Así nos recibieron las montañas leonesas cuando, no hace tanto, marchábamos rumbo a Asturias. Con nieve. No copiosa, pero cuajada. Veo en los telediarios que cae estos días, y sí es copiosa, por toda León. ¡Me gusta tanto verla caer! Y si esto es León, qué no estará cayendo en Suecia.
Me contaba un colega sueco en qué, exactamente, consistía el descomunal Estado del Bienestar que disfrutaron los suecos y al que me refería en la anterior entrada. Me decía que había ayudas, subsidios y becas para todos los gustos. Los permisos por paternidad y maternidad eran sempiternos. Abrir un comercio suponía un riesgo cero, dado que si, un día, se veía uno obligado a echar la persiana, el Estado soltaba una pasta para que fuera uno "reinsertándose" en el mercado laboral. Había funcionarios por doquier y todos muy bien pagados. A los estudiantes y profesores, de todos los niveles, la cantina les era prácticamente gratuita; había bocadillos y zumos que corrían por parte del Estado. Imagínense cómo eran las coberturas educativas y sanitarias: prácticamente infinitas.
Como ya comenté, se realizó un estricto ajuste fiscal. Algunos de estos subsidios, ayudas, prestaciones, etc. quedaron por el camino. Lo llamativo, como también señalé, es que no han sido demasiados los sacrificios; en materia educativa y sanitaria simplemente se ha aceptado que el hecho de que el Estado asegure un servicio no es sinónimo de que sea el propio Estado el responsable de generarlo. Y mucho menos en régimen de monopolio. El voucher vino a resolver la cuestión.
Ahora bien, no se debe escamotear el hecho de que la protección hiperpaternalista del Estado sueco sí llegó a su fin. De hecho, iba a acabar la entrada de hoy con una bonita frase acerca de la nieve, en León y en Suecia, pero les voy a mandar deberes. Me van haciendo un comentario, aunque sea breve, de la siguiente afirmación:
Un Estado del Bienestar del tipo del que se instauró en Suecia se funda en la, cuando menos controvertida, creencia de que toda necesidad genera automáticamente un derecho.
Pongo nota.
Me contaba un colega sueco en qué, exactamente, consistía el descomunal Estado del Bienestar que disfrutaron los suecos y al que me refería en la anterior entrada. Me decía que había ayudas, subsidios y becas para todos los gustos. Los permisos por paternidad y maternidad eran sempiternos. Abrir un comercio suponía un riesgo cero, dado que si, un día, se veía uno obligado a echar la persiana, el Estado soltaba una pasta para que fuera uno "reinsertándose" en el mercado laboral. Había funcionarios por doquier y todos muy bien pagados. A los estudiantes y profesores, de todos los niveles, la cantina les era prácticamente gratuita; había bocadillos y zumos que corrían por parte del Estado. Imagínense cómo eran las coberturas educativas y sanitarias: prácticamente infinitas.
Como ya comenté, se realizó un estricto ajuste fiscal. Algunos de estos subsidios, ayudas, prestaciones, etc. quedaron por el camino. Lo llamativo, como también señalé, es que no han sido demasiados los sacrificios; en materia educativa y sanitaria simplemente se ha aceptado que el hecho de que el Estado asegure un servicio no es sinónimo de que sea el propio Estado el responsable de generarlo. Y mucho menos en régimen de monopolio. El voucher vino a resolver la cuestión.
Ahora bien, no se debe escamotear el hecho de que la protección hiperpaternalista del Estado sueco sí llegó a su fin. De hecho, iba a acabar la entrada de hoy con una bonita frase acerca de la nieve, en León y en Suecia, pero les voy a mandar deberes. Me van haciendo un comentario, aunque sea breve, de la siguiente afirmación:
Un Estado del Bienestar del tipo del que se instauró en Suecia se funda en la, cuando menos controvertida, creencia de que toda necesidad genera automáticamente un derecho.
Pongo nota.
hola, está bien tu blog.
ResponderEliminarlo de Suecia tb fue posible porque estos estados nórdicos apenas tienen gasto militar. si no me equivoco, su ejército viene a ser directamente la Otan. no tienen ese tipo de problemas y apenas, hasta hace poco, han recibido inmigración.
en cuanto a la desigualdad que puede generar una política de recorte de impuestos, siempre se olvida mencionar que si se hace bien, como se hizo en la era Reagan, esa desigualdad que puede ser mayor en cantidades brutas, en realidad es menor en cantidades relativas, y en todo caso, el grueso del dinero de la quinta parte de menores ingresos siempre es superior al grueso del dinero de la misma parte en un sistema de presión fiscal y "servicio público estatalizado".
precisamente cuando en una situación así, de recorte de impuestos, se vuelve a intervenir con el Estado asumiendo actividad económica, etc., se generan las burbujas económicas al disparar la aparición de instrumentos financieros como la manera privada de hacer dinero (dinero con dinero copando la producción de dinero). es lo que ha pasado sobre todo con Clinton y con los Bush después de Reagan. pero la crisis actual ni por asomo se puede comparar con la de los 30. la de los 30: cuando en una situación de libre actividad económica con bajos impuestos se interviene no ya mediante el instrumento llamado estado del bienestar sino centralizando la actividad económica en un banco, etc., el resultado es el crack de 1929, y el que centralizó el banco no fue otro si no me equivoco que Wilson en 1920 después del boom económico de T. Roosevelt.
tb está la última barbarie de salir por la subida de impuestos, pero esto ya es esquilmar directamente a la población, barbarie que por supuesto solo se le ha ocurrido al presidente de España.
en fin, no estoy aun muy ducho en economía, pero me parece que no me equivoco demasiado al señalar por donde van los tiros. la revolución liberal-conservadora de Reagan marca un hito histórico sin vuelta atrás en ciertos aspectos como hizo la presidencia de Lincoln en su día, y algún otro -por ejemplo FD Roosevelt contra la política de "ni vencidos ni vencedores" y otras de su propio correligionario Wilson.
saludos.