martes, 24 de noviembre de 2009

¿No te gusta McDonald's?

Cuando uno ve uno de esos documentales antiyanquis, del tipo de los de Michael Moore o tantos otros, o ciertas películas, se pregunta uno cómo es que tanta gente desea emigrar al país donde existe una desatada brutalidad policial, un racismo abierto, una violencia ubicua y una estupidez abrumadora. Algo no cuadra.

Quiero señalar, a vuelapluma, algunos datos sobre EE.UU.

1) Al contrario de lo que se suele predicar, EE.UU. no se ha sentido nunca cómodo con su papel de gran potencia mundial. Ése es un papel que buscó España, Gran Bretaña, Francia, pero a EE. UU. le cayó encima en los años 20 (como consecuencia de la I Guerra). Y, en parte, ha vivido acomplejada por ello. En una feliz expresión de Niall Ferguson, EE. UU. es un imperio que se niega a aceptar las consecuencias de serlo.

2) La izquierda americana lleva años detrás de McDonald's y Wal-Mart, cuando su único pecado demostrado hasta ahora ha sido una agresiva política de precios bajos. Existen dos películas, incluso, contra McDonald's, Super Size Me y Fast Food Nation. En EE.UU. no se andan con chiquitas en la cuestión de multas por anti-monopolio o anti-trust y, hasta la fecha, nada han podido encontrarle a estas dos empresas.

Por supuesto, una de las principales críticas (junto con la también indemostrada de monopsonio, la de fomentar una la obesidad y la otra el consumismo, la de impacto medioambiental, etc.) es la del "maltrato" a los trabajadores. (V. Corporatewach o ésta, en exclusiva sobre Wal-Mart). Pues bien, tampoco respecto a política salarial o de seguro médico se ha demostrado gran cosa. Es más, leyendo estas críticas, se pregunta uno: ¿cómo han conseguido estas empresas contratar trabajadores en épocas de pleno empleo (y absorbiendo inmigración) con semejante maltrato salarial y asegurador? ¿Cómo consigue sistemáticamente pagar menos que sus competidores allí donde se instala si paga menos y ofrece peor seguro médico?

Los sindicatos dicen que en California, p. ej., los competidores de Wal-Mart pagan unos 12 dólares la hora y ella unos 9. Aun si fuera cierto, callan que, a cambio, Wal-Mart dedicó 1.200 millones de dólares (el 10% de su beneficio en un año después de impuestos) a contribuciones para sus empleados (participación en beneficios, distribución de acciones, acceso a descuentos, posibilidades de promoción, ayudas a la formación, etc.)

Sólo hay un pecado, realmente: ambas empresas se muestran inflexibles respecto a la posibilidad de sindicación de sus empleados. No digo que esté bien - no me lo parece - , digo que es el único pecado confirmado. E insisto: en época de pleno empleo han encontrado trabajadores aún con esta limitación.

3) Pensemos por qué ningún partido socialista ha cuajado nunca en EE.UU. Con Marx y Engels en la mano, el país debería haber caído pronto bajo la dictadura del proletariado. Pero ni ha llegado ni se la espera en los próximos milenios. Hay razones. Los yanquis han visto muchos casos de american dream y saben que la posibilidad existe. Esto es importante: no se trata sólo de que el nivel medio de vida de los estadounidenses fuera bien pronto elevado ("el roast beef y la tarta de manzana acabaron con todas las utopías socialistas" dijo alguien), sino que, según todos los estudios, la movilidad social continúa siendo formidable. Además, los obreros muestran una especie de resignación cristiana ante el statu quo, se respira un acendrado patriotismo y una sentida confianza en la grandeza del país. Los gérmenes emocionales necesarios para la aparición de la conciencia de clase - si existe algo así - , o sea, una desconfianza, envidia y amargura hacia quienes más tienen, no brotan en la sociedad estadounidense.

Existe, también, un factor interesante. EE.UU. es un país hiperdemocratizado, plagado de instituciones electivas y de habituales referenda. Esto fuerza a los partidos a una indefinición ideológica grande, para mejor integrar en su seno las diferentes opiniones. Sobre todo, si se tiene en cuenta que al existir listas electorales abiertas, cada candidato tiene que trabajarse sus votantes, el partido no se los da, más bien viceversa. Así, el bipartidismo norteamericano resulta asfixiante para cualquier candidato a ejercer de tercera parte, pero mucho más abierto ideológicamente que uno a la europea. A ver si resulta, con tanto revisionismo, que McDonald's no es tan malo.

1 comentario:

  1. Ante el bipartidismo americano, la mayor parte de la sociedad "pasa" de la política y no vota; es decir, la democracia más vieja cuenta con poca participación popular. ¿Desencanto?. Creo que, como en otros lares, hay una disociación entre los ciudadanos y sus dirigentes; porque una cosa es lo que piensan los americanos de a pie y otra muy diferente lo que opinan sus gobernantes. Y esto lo aplico también al papel que pretenden jugar en el mundo. ¿Cómo puede decirse que EEUU no buscaba ser una potencia mundial? Creo que la historia pasada nos muestra suficientes pruebas de todo lo contrario: ver la doctrina Monroe de "América para los americanos" o su papel de salvador y acreedor en las dos guerras mundiales, Plan Marshall incluido, o su diseño de la economía globalizada neoliberal o su intromisión en la política de terceros países incluyendo el apoyo a dictadores o su política en Afganistán o en Irak...Yo creo que hay una intencionalidad clara de ser "la potencia" mundial. No hay más que ver la política exterior en época del señor Bush y su teoría de los ataques preventivos.

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