jueves, 15 de julio de 2010

Monet y Hoover tras el crepúsculo veneciano

Éste es el atardecer que contemplo cada día en mi salón. Cuando Ana y yo elegíamos cuadro, nos decantamos, con pocas dudas, por la puesta de sol veneciana de Monet. El pintor, un hombre joven, cotilla y parlanchín, nos aseguró ser un especialista en los expresionistas - "éste me saldría clavado" - , y no mentía. 

Era la puesta de sol ayer, precisamente, yo miraba el crepúsculo veneciano que acontece cada día en mi salón, cuando, desde la radio, resonaron estas palabras: 

Esto no es un presidente de izquierdas. Usted no está con Keynes, usted está como la Merkel, con Hoover, ha dejado de ser socialdemócrata y progresista.

Se las dirigía Joan Herrera, de ICV, a Zapatero en el debate sobre el estado de la nación. Demuestran una ignorancia absoluta (y capciosa) acerca de Hoover. El diputado Herrera se hace eco, así, del mito que pinta a Hoover como fiel aplicador del laissez-faire como resultado de la crisis del '29. De hecho, recuerdo que Keynes dijo de Hoover que fue la única persona que salió de París, en 1919, con una reputación mejorada. El halago no extraña: Hoover fue ortodoxamente keynesiano ante el crack. Su política se basó en mantener barato el crédito, elevados los salarios, inyectar dinero en el sistema financiero (300 millones de dólares en octubre del '29) y tirar de la obra pública. Respecto a los impuestos, su política fue confusa: comenzó con una bajada considerable para realizar, en el '32, una subida espectacular.

La auténtica tragedia, con todo, fue la adopción de un proteccionismo radical. La llamada Tarifa Smoot-Hawley, del '30, cuadriplicó aranceles y, así, se llevó por delante el comercio entre EE.UU. y Europa. El desempleo superó el 25% en un país poco habituado a desempleo alguno. La inflación keynesiana acabó causando la temida deflación.

Roosevelt no hizo más que continuar y extender las políticas de Hoover. Políticas que no sacaron nunca el país de la crisis. Es curioso que el país sólo salió de ésta, diez años después, gracias a la guerra. El propio Keynes lo admitió. Como, actualmente, Paul Krugman ha manifestado que la guerra de Irak es positiva para el empleo.

Que dicho quede, para conocimiento del Joan Herrera: el último presidente estadounidense que resolvió una crisis (la de 1920) aplicando un liberalismo más o menos estricto fue Harding. De hecho, fue la última vez que una potencia industial actuó de esta manera ante una crisis económica. Y en esa línea lo siguió Coolidge. A partir de ahí, keynesianismo. En 1929 como en 2010.

Yo, en este mediodía de julio, continuaré contemplando el crepúsculo veneciano. Lo digo para dar envidia. Por supuesto. 

2 comentarios:

  1. El cuadro es una gran elección, os felicito.El otro día un político socialista vasco que ya no está en activo, se lamentaba de la poca formación en historia política de la clase política española incluido su partido, va tener razón.
    Buen verano.

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  2. Gracias, Álex. El cuadro es, hablando en moderno, una pasada. Y, efectivamente, a alguno le haría falta un libro de historia, de economía o de algo. A alguno de los que, precisamente, teje nuestros destinos.
    Un abrazo y buen verano a ti también.

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