¿Cómo pudo Fukuyama estar tan equivocado en su tesis del final de la Historia? La idea de que la democracia liberal había vencido definitivamente, y de que la globalización sustentada sobre ésta traía un nuevo orden mundial donde habría localizados focos de conflicto pero no fricciones entre los grandes Estados o alineamientos entre ellos, suena ahora como la teoría del flogisto. No es que le hayan salido canas, es que está difunta y enterrada.
Cómo es posible, se pregunta uno, que alguien como Fukuyama, persona informada y de natural despierto, diera semejante traspié. Lo cierto es que el mundo ha cambiado mucho desde 1989. Los más sustanciales cambios sucedidos en estos 20 años no eran fácilmente previsibles. No, al menos, al ritmo al que sucedieron. Son éstos:
1. El crecimiento económico inusitado de países autocráticos como China o Rusia. La primera es, desde 2008, la segunda potencia económica y el mayor exportador mundial; la segunda tiene desde 2003 un crecimiento del 7% anual. La idea de que la prosperidad económica fuerza, inevitablemente, la apertura política, es irremisiblemente desmentida por estos ejemplos. La combinación de un capitalismo en sectores no estratégicos, que pone dinero en los bolsillos de mucha gente, la reducción de los niveles de pobreza y el mantenimiento de un sistema dictatorial sin libertades civiles, ha demostrado ser posible. Es más, Putin y el Partido chino parecen convencidos de que se trata de una combinación positiva y necesaria en sus países.
2. El antioccidentalismo creciente de parte del mundo árabe. El mundo árabe ha visto que una política nada laxa respecto a la religión y crecimiento económico son posibles. Es más, han visto en China y Rusia el ejemplo de que autocracia, crecimiento económico y respeto internacional son perfectamente conjugables. Así, pues, también las dictaduras islámicas, especialmente Irán, reclaman ser tratadas de usted en el nuevo orden mundial. El presidente iraní repudia el Consejo de Seguridad de la ONU porque el hecho de que sólo 4 países - y precisamente esos 4 - posean derecho a veto no es más que un remanente del orden mundial de 1948: y de eso hace ya más de 60 años.
A esto hay que añadir que las intervenciones norteamericanas en Kosovo, Iraq, Afganistán, etc., los han convencido de que EE.UU. continúa siendo el país que, con el paraguas de la ONU o sin él, intervendrá en los asuntos internos de los países cuyo régimen no les baila el agua.
Y añadan a esto que el crecimiento económico de Rusia, China, India, Brasil y gran parte del mundo árabe ha hecho resurgir la confianza en su cultura y su oposición a adoptar la ya decadente occidental.
3. El resurgimiento del socialismo en América Latina. El petróleo venezolano permite a su dirigente, adalid del llamado socialismo del S. XXI, mostrarse confiado y bravucón, no rehuyendo los enfrentamientos con Europa ni con EE.UU. Actualmente, se dispone a la nacionalización del agua, para evitar el uso que venían haciendo Coca-Cola y Pepsi de ella. Un símbolo de Caracas, una enorme bola de la Pepsi que coronaba el edificio de la empresa, está siendo desmantelado. El país ha sido recorrido por una espasmódica campaña de nacionalizaciones que, según parece, acaban de forma ineluctable con la quiebra de las empresas estatalizadas. Con todo, el petróleo permite a Hugo Chávez estos dispendios.
4. Un Occidente convulso por una crisis económica que comenzó significando el fracaso del capitalismo y se está desarrollando como confirmación de la insostenibilidad de gran parte de las prestaciones estatales. Resuenan, aún, contundentes, las palabras de David Cameron: The decisions we make will affect every single person in our country. And the effects of those decisions will stay with us for years, perhaps decades, to come. Es más: How we deal with these things will affect our economy, our society - indeed our whole way of life.
La reforma recientemente anunciada en Alemania nos puede ofrecer una pista del nuevo Estado que se avecina: un cuidado exquisito por la educación y la investigación - dado que sólo en los campos que exigen gran cualificación puede Occidente ser competitiva - , una estructura estatal adelgazada - o sea, mayor centralización y desaparición de ayuntamientos y otras corporaciones intermedias - y una drástica reducción de subsidios y ayudas varias.
¿Y si Cameron desmantela, también, las famosas placas de Picadilly Circus? Con esto de los cambiantes órdenes mundiales, nunca se sabe. Así que voy colgando mi foto por allí. Pero no se ven bien, porque justo pasaba un típico autobús británico de dos plantas. Que, por cierto, también pretenden reformar. ¿Y decía el otro que la historia había acabado?
¿Y si Cameron desmantela, también, las famosas placas de Picadilly Circus? Con esto de los cambiantes órdenes mundiales, nunca se sabe. Así que voy colgando mi foto por allí. Pero no se ven bien, porque justo pasaba un típico autobús británico de dos plantas. Que, por cierto, también pretenden reformar. ¿Y decía el otro que la historia había acabado?
Me han encantado tus artículos sobre el liberalismo. Seguiré gustoso éste blog.
ResponderEliminarUn saludo ;)