Ana en el Rynek de Poznan. Una ciudad pequeña y agradable - cuenta con un pato con salsa negra como plato local altamente recomendable - . Paseamos un domingo de agosto. Hay vida en el Rynek - aunque nada comparable, claro, al gentío de Cracovia o Gdansk - , algunos turistas, pero mayoría de locales. Es la hora de la cena y las gentes comienzan a tomar asiento en las terrazas. Las iglesias, eso sí, están llenas.
Se nota que es una ciudad universitaria. Hay 4 universidades y diversos centros más de enseñanza superior. Si se aleja uno del puro centro, encuentra también empresas de las grandes.
Ésta, Poznan, fue la ciudad natal de Ludendorff. Era a la sazón Prusia profunda. Ludendorff, quién lo iba a decir, sirvió de máxima inspiración al mismísimo Lenin. ¿Un revolucionario bolchevique emulando la política económica de un militar prusiano? No resulta tan paradójico: los alemanes han sido tradicionalmente amigos del control centralizado. En particular, Lenin quedó prendado de la centralización llevada a cabo por el "socialismo de guerra" forjado por Lundendorff. La política industrial de Lenin fue, en realidad, un remedo de la alemana. Se contrató, incluso, a expertos de este país, y cuando otros bolcheviques protestaron, Lenin escribió el panfleto Sobre el infantilismo de la "izquierda" y el espíritu pequeño burgués, donde se lee:
Sí: ¡aprended de los alemanes! La Historia procede por zigzags y sinuosos senderos. Sucede que son los alemanes ahora quienes, junto con un bestial imperialismo, representan el principio de la disciplina, de la organización, de trabajo sólido en equipo, sobre la base de la más moderna maquinaria, de la gestión y el control estrictos. Y esto es, precisamente, de lo que carecemos.
El "capitalismo de Estado" alemán, decía Lenin, era "un paso hacia adelante" en el camino hacia el socialismo. La Historia había hecho un "extraño truco". Había dado lugar a "dos mitades de socialismo separadas, una al lado de la otra, como dos pollos en un mismo huevo": revolución política en Rusia, organización económica en Alemania.
Alemania ayudando gentilmente a los rusos y, actualmente, haciéndose la remolona para yudar a los griegos. A este respecto, puede llamar la atención que quienes pusieron el grito en el cielo por el rescate estatal de los bancos no vean tan escandoloso el rescate (supra)estatal de un Estado. O viceversa, lo mismo me da. Tanto bancos como Grecia han realizado una pésima gestión que, por diversas circunstancias, obliga a los Estados a rescatarlos en un intento de minimizar los daños y controlar la onda expansiva. ¿Resulta más oneroso para el ciudadano el rescate de los bancos que el de Grecia? Un país como España prestará a este país 9.800 millones de euros: no es poco.
Es más, muchos de quienes más vociferan ante el rescate de los bancos son también quienes más vociferan ante los recelos de Alemania ante el rescate griego. ¿Por qué si de la situación crítica de muchos bancos se extraía la conclusión del fracaso definitivo del capitalismo no se redacta ante la quiebra del Estado griego el obituario del estatismo?
No estoy defendiendo que la crisis no haya puesto al descubierto una regulación insuficiente en el sector financiero - considero eso un tema abierto actualmente - ; de momento, sólo constato una clara inconsistencia en la manera de tratar dos rescates por parte de Estados. Y, en todo caso, lo que sí estoy defendiendo es que si los bancos emprendieron políticas empresariales suicidas, los Estados no se hallan libres de tal comportamiento. ¿Se imagina alguien a un griego defendiendo ahora la necesidad de una banca pública? Una banca pública griega equivale a dejar una comisión contra el nepotismo en manos de un siciliano.
De hecho, es curioso que la crisis que comenzó extendiendo el finiquito al capitalismo comience a adoptar la forma de recortes al Estado del Bienestar. Si muchos critican al liberalismo - y hacen bien - la hipocresía de pregonar un libre mercado que sólo puede funcionar gracias a un Estado fuerte, muchos ahora critican a los neosocialistas la hipocresía de defender un Estado del Bienestar que, como vemos, sólo se puede financiar cuando la productividad, la demanda y tantos otros factores por ellos estigmatizados funcionan a pleno rendimiento.
Son, desde luego, sinuosos los caminos del Señor.
Mi buen NSS, a bote pronto, la diferencia básica entre el salvamento de bancos y el rescate de Grecia, además del tipo de interés sensible y vergonzosamente mayor en el segundo caso, es que: (1) a Grecia se le han impuesto condiciones leoninas como, por ejemplo, privatizar el sector energético, y, sobre todo, (2) en el caso de Grecia se trata de un país, de su población, no de una persona jurídica, de una corporación. Ya te digo, me hundo en el desconsuelo cuanto constato cómo toda referencia humanista se va por el desagüe cuando tratamos de economía...
ResponderEliminarY quizás sería bueno distinguir el gasto público estatal y el gasto del estado en servicios públicos y en realizar los derechos sociales. Me temo que en el primer capítulo, más general, entran generosas partidas para la reproducción del poder de los partidos, y hasta para la subvención millonaria de empresas, que nada tienen que ver con la prestación de servicios.
Si fuéramos novios estaríamos todo el día a la gresca!
Una vez más, la fea costumbre socialista de arrogarse el monopolio de la bondad humana y de acusar a los pro-libre mercado de ser indiferentes ante el hambre en África, los muertos y mutilados de las guerras, las atrocidades del colonialismo o lo que haga falta.
ResponderEliminarAnte eso, yo no me hundo en el desconsuelo, porque estoy más que acostumbrado.
Yo no dije que fuera justa la diferencia entre los intereses (¿aunque de verdad se confía en que Grecia devuelva puntualmente lo prestado?, ¿cuánto tardará en firmarse un Acuerdo de Locarno?), sólo que resulta más que llamativa la diferencia de trato entre el hecho crudo: unos Estados que se ven obligados a prestar su dinero para evitar el derrumbe de la economía. El alemán de a pie no ve diferencia entre si sus impuestos se han ido a un banco o a Grecia.
Por otro lado, ¿salvar a los bancos no redunda, también, en el bien de la población? Es más, cuando éstos prestaban dinero al 0% en EE.UU. y creaban así una impresionante riqueza, no se oían quejas, como bien suele recordar el ahora malhadado Greenspan.
Y, una vez más, la neta diferenciación entre el Estado genuino, que, ya se sabe, en su bondad infinita se esfuerza por hacer valer unos derechos sociales, y su otra cara, la despilfarradora y corrupta. La diferencia no es tan neta. El Estado, no se olvide, se ve gestionado por políticos; personas que pueden ser tan o más incompetentes que un banquero. Y que aman su poltrona casi tanto como el banquero su salario.
Ponga usted dinero en el bolsillo del Estado y verá que, inevitablemente, comienzan a aparecer las subvenciones a películas, cadenas de televisión enteras, lenguas minoritarias y un florilogio de muy discutibles tareas. Como decía alguien, la tragedia del Estado del Bienestar es que acaba convirtiéndose en el Bienestar del Estado.
Y dice el refranero castizo que cuanto más reñidos más queridos.
Gracias por comentar.
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ResponderEliminarhttp://www.elconfidencial.com/videos/daniel-cohnbendit-repaso-lideres-europeos-cuenta-20100527-2284.html
Gracias, Dick. Me dispongo al visionado y análisis. A ti te puede interesar esto:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/opinion/pozo/perro/pulgas/elpepuopi/20100520elpepiopi_10/Tes
Un saludo.
Gracias a ti también, NSS. De hecho, en el mismo medio leí hace muy poco un artículo exclusivamente descriptivo de Xavier Vidal Foch: el dispendio tan 'escandaloso' del PSOE en sus sedicentes políticas sociales resulta que contribuía en un tercio al déficit, aportando la parte del león la alarmante bajada de ingresos durante 2009, que como bien sabes está tan inducida por la crisis como por las 'sabias' decisiones fiscales de Solbes y por la imperativa tolerancia del fraude fiscal.
ResponderEliminarUn saludo!