miércoles, 30 de septiembre de 2009

Irish miracle. Se sirve en chupito.

Irlanda es el país para vivir actualmente. Hay riqueza. Yo, con mis ingresos a la española, en una semana, casi me arruino. Todo está carísimo, y los sueldos están acorde. ¿Cómo puede ser tan rico un país que en los años 70 aún estaba generando una cantidad ingente de emigración? Estamos hablando de un país que hizo caer el desempleo, en unos pocos años, del 17% al 4%. De un país cuyo crecimiento del PIB en, por ejemplo, 2003, fue un 136% mayor que el de los 15 de la UE. ¿Cuál es el secreto? La respuesta no gustará a quienes sientan tendencias anti-mercado.

En primer lugar, el Estado dejó de ser la gran ubre. El gasto público se redujo en un 16%.

En segundo lugar, se produjo la polémica rebaja en el impuesto de sociedades. Se fijó en un 10% para las empresas de manufacturas y para las que tuvieran comercio internacional. Europa ladró enfurecida e Irlanda reaccionó colocándolo en el 12'5%, eso sí, para todas las empresas. (Tengamos en cuenta que en Europa se paga alrededor de un 39% y en EE.UU. de un 37%). La mayor riqueza la han aportado las empresas del ramo de las telecomuncaciones y la informática: IBM, Motorola, Intel, etc.

En tercer lugar, los impuestos han descendido drásticamente también para los particulares. En 1985, el tipo impositivo más alto - o sea, lo que pagan los mega-ricos - estaba en el 65%; cuatro años más tarde, en el 56%. En 2001 ya iba por el 44%. Aparte del tipo más alto, el tipo medio estaba en el 32% en 1989 y en el 22% en 2001.

En cuarto lugar, han sabido sacarle partido a su riqueza paisajística. Los vuelos suelen ser baratos y el país se ha plagado de "Bed and Breakfast", repletos de ingleses y americanos, aparte del resto de europeos. Apenas se han construido autovías, para evitar el impacto medioambiental. La sensación conduciendo por Irlanda es extraña; atraviesa uno mansiones (de antiguos pescadores), entre auténticos cochazos, por estrechas y curvosas carreteras secundarias.

En quinto lugar, la política por la recuperación de "la lengua propia" no los ha cegado hasta el punto de no fomentar el turismo lingüístico. Son miles los europeos que viajan cada verano a Irlanda a aprender inglés.

En la foto, Ana frente al mítico Temple Bar de Dublín. Celebramos allí la Nochevieja. Yo pido un Irish coffee, al que soy gran aficionado desde hace años. Exquisito (aunque no por ser Irlanda los encontré muy allá en general). Ana pide un Baileys - como a casi todas las mujeres, le encanta esa crema dulce y empachosa - , que lo fabrican allí, a unas pocas calles de distancia. Le ponen un dedo y cobran 7 euros. "Perdona", le digo al camarero, que había estado practicando su español con nosotros, "echa un poco más, ¿no?", "No, en España es diferente, aquí, en Irlanda, el Baileys se sirve en chupito".

13 comentarios:

  1. No le va bien en la actualidad a la Economía Irlandesa, segun la Comisión Europea en el 2010 caerá un 2,6% todavía peor que España que se hundirá el 1%.Son las dos previsiones más negativas de la zona del euro. Las dos economías crecieron mucho y deprisa pero les va a costar salir.
    Lo del Baileys es cierto a todas las mujeres les encanta. Yo soy más de Guinness

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  2. Siento confesar que yo soy uno de esos que se torna suspicaz en cuanto lee o escucha acerca de las bondades del libre mercado (no olvidemos que el mercado no es estatal, sino mundial, y lo que aparece libre a lo mejor implica servidumbre en otra parte).

    La cuestión es que las mismas mediciones que el mercado emplea para representarse a sí mismo son tramposas. Qué es menos malo, una sociedad con un 4% de paro y un 80% de empleo precario u otra con un 10% de paro (subsidiado) y un 70% de empleo estable y bien remunerado. si nos guiamos en exclusiva por los datos del empleo (como si fuese un valor absoluto) la primera, cuando acaso haya razones sensatas para decir que la segunda, no?

    Otra cuestión: ¿pagan realmente las sociedades lo que marca el gravamen? Por mi experiencia personal, que como profesor en derecho incluye la proximidad de colegas con asesorías fiscales, la respuesta es rotundamente negativa: el 30-35% asciende a un 10-15% real.

    Un saludo, y de nuevo enhorabuena por el blog

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  3. Muchas gracias por tan enjundioso comentario, Dick. Nada más halagador que lo lean a uno gentes inteligentes. Creo no traicionarlo si cuento que he pedido opinión al respecto al Profesor Carlos Rodríguez Braun. Permíteme, Dick, que hable por su boca. La respuesta debería sonar, más o menos, así:
    El liberalismo defiende el Estado mínimo, no el Estado inexistente (eso lo dejamos para los anarco-liberales, tan ilusos como los intervencionistas). Por tanto, creer en el mercado significa, eo ipso, creer en un escuadrón de inspectores que hagan cumplir la ley. Si las reglas de juego no se cumplen, no achaquemos al mercado luego errores de los que no es culpable.
    Hasta aquí hablo por boca ajena. Por boca propia, ahora. Irlanda, desde luego, no generó empleo precario. La desigualdad en el reparto de riqueza se mantuvo en un límite muy aceptable. Ahora bien, también es cierto que si ellos hicieron de su capa un sayo con el impuesto de sociedades, jugaron sucio. Los demás hacían cumplir la ley (o, como indicas, la ficción de que así se hacía) y ellos no.
    Y alégrese usted de tener colegas con asesorías fiscales, supongo que su IRPF lo agradecerá cada año.

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  4. Muchas gracias por la respuesta. Conozco bien la (ambivalente) tradición liberal (a ella dediqué mi tesis doctoral), y, en efecto, es mitología pensar que es anti-estatalista. De hecho, el Estado, tal como hoy lo conocemos, es decir, como monopolista del derecho y la violencia legítima, es creación del liberalismo. Antes de 1789 el derecho era tan consuetudinario y doctrinal como monárquico-estatal. Después, dejó de serlo. Y fue precisamente la ley, ese mandato imperativo del Estado, el que, valga la paradoja, creó el mercado libre y la propiedad privada individual, reformando, cuando no subvirtiéndo, drásticamente el mundo preliberal de privilegios, corporaciones, estamentos y propiedades colectivas. Así que fíjese si soy consciente de que Estado y liberalismo capitalista van indisociablemente de la mano.

    La cuestión no es que por un lado estén unas instituciones que no cumplan su trabajo y no apliquen u obliguen coactivamente a cumplir las leyes, mientras que por otro discurra un mercado inocente. No me refiero ya a la imposibilidad de aplicar ciertas leyes, fiscales sobre todo, por el chantaje explícito de 'si se hiciesen cumplir esto se derrumbaría' o por el uso bien conocido y consentido de las evasiones. Me refiero más bien a que el asunto es de índole cultural: si esta lógica mercantil absolutiza el beneficio privado, eso al final empapa los comportamientos y se refleja en todos los planos de la sociedad, incluido el de la política y las administraciones públicas, cuyos responsables se corrompen para tener Miros en la bañera.

    El interrogante sería entonces: ¿esa exacerbación envolvente del beneficio privado es necesariamente seña de identidad del liberalismo capitalista? Puede que así sea, pero en mi opinión se trata de una traición del capitalismo a sí mismo, o de una adulteración de éste, en la medida en que se aleja de las condiciones que lo hacen sostenible y que ya puso de relieve Weber: ascetismo, profesión como realización personal, empresa familiar, entrega, previsión a medio y largo plazo y, por consiguiente, responsabilidad. ¿Son esos los patrones que siguen muchas de nuestras empresas? Yo creo que no. Al menos, eso es lo que me dicen esos colegas asesores: que empresarios que ahora están o en quiebra o con regulaciones de empleo adquirían coches hace dos años por más de 120.000€. ¡Todo un ejemplo de previsión!

    La cultura del pelotazo, justo aquella que empezaron a impulsar entre nosotros los socialistas, la cultura opuesta a la del mérito y el sacrificio, lejos de ser la esencia del capitalismo, puede que haya sido y sea su peor padecimiento.

    PS: Y, ya sabe, para los que tenemos nómina, o cobramos por charlas, conferencias y textos, no hay lugar al trapicheo fiscal. Aunque tampoco hay intención de ello.

    Un saludo afectuoso

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  5. 1. Efectivamente, es el liberalismo quien derroca el viejo orden feudal. El propio Marx reconoce que la burguesía tuvo el mérito de acabar con dicho sistema de estamentos y privilegios.
    2. Ciertamente, mientras el liberalismo no dé el paso al anarco-liberalismo, no negará la intervención del Estado y su actitud, por tanto, será bivalente (si se quiere llamar así). Es más, defenderá que el Estado genere una gran cantidad de legislación, especialmente laboral (para evitar contratos que ahora llamaríamos basura y semejantes) y fiscal, porque el ejército, la acuñación de moneda y otras cuestiones sí permanecen como bienes provistos por el Estado.
    3. No creo que el que algunas empresas cierren por imprevisión de sus responsables sea un fracaso del sistema. Al contrario, el fracaso sería subvencionarlas para mantenerlas en un estado de vida artificial (como sucedió en Suecia). Quizás un buen lema para el liberalismo sería: "Por el derecho a fracasar".
    4. Si alguien se compra un coche de 120.000 euros, hay alguien, seguramente varias personas, que ha ganado mucho dinero con esa transacción. Detrás de ese coche hay puestos de trabajo. Quizás en otro país, pero debe de haberlos. Quien lo compró puede haberse arruinado, pero ha creado riqueza para otros. Otros que, a su vez, quizá generen empleo, donde podrán trabajar quienes pierdan el suyo en la empresa del poco previsor. Mano invisible, mano invisible.
    5. Sí, es penoso que la hacienda pública la sostengan quienes cobran por nómina y otros ingresos trasparentes mientras se hace la vista gorda ante estafas de todos conocidas.
    6. El libre mercado es sustancialmente injusto, a mi modo de ver, por el hecho de que no todos nacemos con las mismas oportunidades. No nos ganamos nuestra posición en la parrilla de salida en base a criterio alguno. Es puro azar. Sin embargo, la inversa, la abolición de la herencia y de su hermana siamesa la propiedad privada, ya se ha experimentado. Con funesto resultado.
    7. Gracias de nuevo por tan suculentas reflexiones, Dick.

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  6. ¿Dónde está hoy el milagro Irlandés? Los milagros no existen me temo.

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  7. ¿Confundimos, de nuevo, el culo con las témporas? Que la explosión crediticia propiciada por el Banco Central europeo distorsiona a partir de cierto año el crecimiento de muchas economías es un factor innegable. Que la economía irlandesa (junto con la islandesa, por ejemplo) experimentan un sobredimensionamiento de su sector bancario debido a ello, es, actualmente, un hecho ampliamente reconocido. Que Irlanda experimenta un desarrollo sin precedentes debido, especialmente, a la llamada competencia fiscal mediante su bajada del impuesto de sociedades, es indepediente de lo anterior e igualmente contrastable (y debatible si se jugó limpio). (Quería escribir algo al respecto, pero aprovecho para adelantar la idea básica aquí, dado que la limitación de tiempo me impide asegurar que lo haré.)
    No olvidemos que el sector bancario, tal y como funciona actualmente, y, en especial, la política monetaria, es lo menos liberal y lo más socialista que imaginarse pueda. Quiero decir: empresas cuya deuda es refinanciada diariamente por el Estado y un banco (uno) con el monopolio de acuñación de una moneda que es, además, de aceptación forzosa.
    ¿Los milagros no existen? Bueno, el crecimiento irlandés en su época pre-explosión crediticia, Singapur, Taiwán, la Alemania del "Wirtschaftswunder" son ejemplos que deben hacer reflexionar.

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  8. Ay, amigo, qué mal lleváis asumir culpas y responsabilidades los liberales. La especulación permitida por las entidades financieras, oficiales y privadas, es algo congénito al modelo capitalista actual. Y, desde luego, parece un sarcasmo eso de que el control público de la emisión de moneda es socialista. Se echa de menos un poco de rigor en el uso del lenguaje: socialista es lo que socializa para equiparar rentas y riquezas y para poner al servicio de la comunidad, excluyendo el lucro, determinados sectores económicos. Por tu regla de tres socialista fue la unificación autoritaria de pesos y medidas, las unificaciones del derecho privado por obra de la ley impositiva del Estado o la unificación de los complejos regímenes arancelarios por mediación del poder público, y como comprenderás, todas estas uniformizaciones operadas por el Estado no solo no eran socialistas sino que eran las condiciones legales e institucionales para extender el mercado capitalista.
    Un saludo!

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  9. Efectivamente, no vendría mal aplicarse algo del rigor conceptual que tanto se reclama a otros. El socialismo, como sistema político-económico, viene definido por la planificación de la producción desde instancias decisorias, y esto es lo que sucede monetariamente desde que el Estado decidiera mantener el monopolio de acuñación de moneda de curso legal y forzoso. En la tradición liberal hay diversas, riquísimas y complejas opiniones al respecto, pero el sistema de fabricación del dinero (que no deja de ser un producto) es netamente stalinista. Aún siéndolo, ya digo (pocos autores defienden un retorno a la banca libre, pero merece la pena familiarizarse con las teorías), se puede hacer de forma sensata, y existen propuestas para mantener los tipos de interés unidos a la demanda efectiva aún en una coyuntura de moneda fiduciaria y vinculada, como actualmente, a nada más que la deuda.

    Pero, claro, pretender que el Estado pueda generar un "boom" económico mediante la política monetaria cuando lo requiera y que, cuando este boom, materializado en forma de sobreinversión sectorial, explote, la culpa recaiga enteramente sobre las instituciones financieras (que hacían de privilegiados intermediarios en el superávit monetario generado por el Estado), es intelectualmente deshonesto.

    Y que conste que la manipulación de la economía mediante la política monetaria se encuentra en una línea tanto pretendidamente liberal (Chicago) como en otras orillas más estatalistas (Krugman, ¡quien aconsejaba crear una burbuja inmobiliaria para salir de la de las puntocom y ahora se queja!).

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  10. Ay, mi estimado condiscípulo, sigo apreciando demasiada laxitud en tus determinaciones:

    1. El monopolio de la emisión de moneda comenzó con el Estado moderno, con las Monarquías de los siglos XVI y XVII, como mecanismo precisamente de reducción del poder de los señores y los nobles. Creo que por entonces no había nacido todavía Stalin.

    2. Planificar la producción lo hace también el capitalismo en instancias decisiorias, llámese a éstas ahora consejos de administración de corporaciones que basándose en estimaciones planifican lo que van a producir.

    3. El socialismo, tal como yo lo entiendo según las fuentes que lo postulan, es inseparable del propósito de igualación de rentas y patrimonios. No es sinónimo de intervención del Estado a secas --el capitalismo, desde sus comienzos, no es sino la historia de una intervención brutal del Estado-- sino con el fin de evitar acumulación de capital (y poder social) en manos privadas.

    Dicho esto, no quisiera que de mis palabras se derivase ni un átomo de complacencia respecto de las autoridades financieras oficiales, comenzando por el propio Banco de España, que hizo omisión descarada de sus deberes de supervisión y ahí sigue MAFO sin dimitir.

    Un abrazote!

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  11. Hombre, impugnar mi uso del término "stalinista" para referirme a una producción planificada y centralizada, aun hablando de políticas anteriores al S. XX, es poco más que una pedantería semántica. El amor platónico no nace con Platón, éste sólo le da nombre. Lo relevante es que (a) suena a chiste hablar de economía centralizada en el capitalismo porque la producción la deciden las empresas; lo hacen, pero sin seguir plan alguno, adoptando las decisiones según les parezca, eso no existe en el socialismo. Lo que distingue capitalismo y socialismo (y supone el fracso inexorable del último) es la ausencia de un mecanismo de precios y rentas, el mecanismo que pone en contacto, de alguna manera, por imperfecta y lenta que sea, a productores y consumidores. En el socialismo, instancias decisorias planifican toda (no la de una empresa en particular) la producción en base a su percepción de las necesidades o deseos de la sociedad. Y (b) el Estado restringió el poder de ciertos estamentos asumiendo el monopolio de acuñación de moneda, para comenzar primero a envilecerla directamente y después indirectamente mediante la generación de inflación y el decreto de devaluaciones. Esto, claro, se soluciona si se mantiene unida a algún tipo de patrón (oro, plata o lo que sea) o, al menos, se utiliza un criterio objetivo para determinar el crédito (como el PIB).

    El Estado del Bienestar, que, adivino, es lo que deseas defender, es ligeramente diferente al socialismo. Cuán diferente depende de los niveles de desigualdad que uno esté dispuesto a tolerar. Con todo, continúa condenado a realizar continuas intervenciones estatales para revertir situaciones que se han producido, exclusivamente, por la libre acción de los ciudadanos. Me estoy refiriendo a la parábola de Nozick acerca de Walter Chamberlain, no sé si la conocerás.

    Un saludo y, como siempre, gracias por comentarios tan hostilmente enjundiosos.

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  12. http://www.eleconomista.es/mercado-continuo/noticias/2860207/02/11/Los-endeudados-irlandeses-planean-vengarse-en-las-urnas.html

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  13. http://www.guardian.co.uk/books/2009/nov/28/ireland-fintan-otoole-book-review

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