jueves, 20 de agosto de 2009

Joven e inconsciente

Llegué a Dresde un 2 de octubre. La Florencia del Elba, dicen las guías. La ciudad me acogió con frío y lluvia. Había viajado desde Alicante vía Amsterdam, donde hube de esperar unas 8 ó 9 horas. Los vuelos más cómodos eran caros, y la economía de mi padre no permitía alegrías. Yo, además, era joven e inconsciente. Y germanófilo, muy germanófilo. Un taxi me lleva al Studentenwerk, el lugar que gestiona el alojamiento de los universitarios. Guardo una cola considerable; se trata de nativos, así que sólo yo voy acompañado de maleta. Una mujer, muy agradable, encuentra al instante mi petición de alojamiento desde España; me dice que la residencia que yo había solicitado es una muy buena opción, pero me comunica que puedo elegir otra que resultará muy barata, pero es vieja y se comparte habitación. Me recomienda mantenerme firme en mi decisión. (Había sido asesorado por una compañera de carrera). Me rascaré el bolsillo (de mi padre) y mi residencia será, pues, una de las recientemente reformadas en Budapester Strasse. Al mes, incluidas agua, luz y calefacción, pagaré unas 28.000 pesetas de las de antes (hace 10 años ya). Se trata, exactamente, de lo que recibo por la beca.

Al día siguiente, el hambre aprieta y no hay manera de encontrar nada abierto. Alguien me descubre entonces que es 3 de octubre, fiesta nacional: el día de la Wiedervereinigung, la reunificación. Maldita la suerte. Acabo pidiéndole un par de huevos a una compañera de residencia, siria ella. (Acabó, por cierto, casándose con un alemán, rompiendo el contrato que se firma en Siria, según me contaría, al recibir la beca, que obliga, para evitar la fuga de cerebros, a regresar al país tras la estancia sufragada o devolver la cuantía recibida).

Es cierto, como ha comentado aquí alguien, que los habitantes de la antigua RDA pueden sentir que, tal y como se produjo la unificación, se les dijo que todo su trabajo no servía para nada. Eran, además, los años dorados de la Bundesrepublik, eran los años del célebre Made in Germany. Y eran también, por qué no recordarlo, los años en que el fútbol era el deporte en que juegan 11 contra 11 y al final gana Alemania. La RDA dejó de existir, engullida por su hermana mayor, el 3 de octubre de 1990. Muchas voces, a ambos lados del ahora caído telón, se quejaron ya entonces del proceso: hubo quien utilizó la incómoda palabra de Anschluss. Otros, más jocosamente, hablaban del "Besserwessi". Fueron tres los factores que propiciaron una reunificación rápida, con un desmantelamiento de gran parte del tejido industrial y social de la RDA:

Uno, la población oriental se manifestaba cada vez más contundentemente a favor de la unidad nacional. Los carteles de las memorables manifestaciones de Leipzig decían ya "Deutschland Einig Vaterland" ("Alemania Una Nación"). En las primeras y únicas elecciones libres que vivió la RDA, en marzo de 1990, el partido que hacía campaña explícitamente a favor de la unificación - la mayoría sostenían una postura confusa - , "Allianz für Deutschland", obtuvo más del 47% de los votos. Recordemos que el "Programa de Diez Puntos" que presentó H. Kohl a finales de noviembre de 1989 en el Bundestag, parecía comprometerse con una confederación alemana de 2 estados.

Dos, desde Bonn se percataron pronto de que aquello de la confederación no tenía sentido. Al fin y al cabo, la RDA, como todo el bloque socialista, era un país casi técnicamente en bancarrota, que sobrevivía gracias a los préstamos de Occidente.

Tres, Bush y Gorbachov estaban por la labor.

Me gustaba pasear al caer la noche por la orilla del Elba. Atravesaba el caso antiguo, fastuoso, y me llegaba hasta el mismo río. A veces bajo la nieve y un puñado de grados bajo cero. Me creía Schopenhauer o Goethe. Yo, entonces, no sé si lo he dicho, era joven e inconsciente.

2 comentarios:

  1. Cuando se es joven se ven las cosas de otra manera. Se tienen más pájaros de la cuenta en la cabeza y se analizan los hechos de otra forma. Con el tiempo vemos cómo la realidad que vivimos es algo diferente y nos damos cuenta efectivamente que la reunificación fue algo chapucero y que no se tuvieron en cuenta ni la dimensión social ni la cultural.
    Un saludo.

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  2. El 18 de octubre, fecha muy especial para mi, se celebra la Maratón de Dresde. Vas a pensar que se me ha ido la pinza del todo con mi última adicción ...
    Tu post me ha traído recuerdos de paseos también bajo cero, junto a otro río universitario.
    Egon Schile es una buena elección, siempre he tenido debilidad por la secesión vienesa y el expresionismo austriaco. ¿ves? no estabamos tan lejos apesar del tiempo y el espacio, sigue habiendo lugares comunes.

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