martes, 9 de noviembre de 2010

Polonia y sobre cómo bajarse los pantalones (y otras cosas graciosas)

En un lugar céntrico y estratégico de Varsovia se yergue esta efigie del general De Gaulle. La idea me resultó en parte comprensible y en parte me confirmó la ignorancia de los propios polacos acerca de la cobardía y estulticia humanas – ellos, que se han doctorado en esa cuestión - .

De Gaulle, efectivamente, como todo francés, fue un gran defensor de Polonia; había que defenderla, se entiende, de los alemanes, que la consideraban suya por un derecho casi natural. Sin embargo, llegó la época del pánico y las maneras apresuradas, incluso para el sabio general francés, y hete aquí que todos - ¡hasta los americanos! – se alían con los rusos. Stalin había de salvarnos de Hitler. Pues bien, De Gaulle salió hacia Moscú y, dejando en la estacada al gobierno polaco en el exilio londinense, reconoció al gobierno polaco comunista. Sí, Stalin había de salvarnos de Hitler.

Hasta el propio Roosevelt tenía confianza en que Stalin le ayudaría a reconstruir una Europa democrática. Tuvo que ser Truman quien dijera basta; y, así, la doctrina Truman dicta, simplemente, que los americanos ayudarán, con armas o dinero, a todos los pueblos sojuzgados, acabando así con el acendrado aislacionismo americano – sí, acendrado y popular, señores antiyanquis, porque en EE.UU. sólo son intervencionistas las élites políticas federales, las gentes han sido, son y serán más aislacionistas que un albaceteño – .

Y, así, hasta Yugoslavia, hasta el intento de poner orden en Somalia, hasta el Golfo. Porque defender que la invasión de Iraq ha resultado una catástrofe olvida lo que los economistas denominan el coste de oportunidad: ¿sería el mundo más seguro si Iraq estuviera ahora controlada por los talibanes en vez de por los americanos? ¿Sería el mundo más seguro si Bin Laden manejara los hilos de Iraq, Afganistán, Yemen y Arabia Saudí? Puede que la doctrina Truman no implique irremediablemente un éxito rotundo en la defensa de la libertad, pero parece difícil empeorar la doctrina Zapatero, que, sin ánimo de ofender a nadie, consiste en bajarse los pantalones tras el café del desayuno, ponerse cara a la pared y anunciar que pase quien quiera.

Y van pasando: Venezuela, Marruecos, Irán. Porque son éstos, bien sabido es, quienes han de ayudarnos a construir un mundo nuevo de paz y solidaridad; como era Stalin para De Gaulle quien nos salvaría de la opresión hitleriana primero y - pensaría seguramente el general - de la opresión del hombre por el hombre que impone el capitalismo yanqui después. Stalin y el socialismo como salvación. Bien lo habrían de aprender los polacos.

2 comentarios:

  1. "En un lugar céntrico y estratégico de Varsovia se yergue esta efigie del general De Gaulle. La idea me resultó en parte comprensible y en parte me confirmó la ignorancia de los propios polacos acerca de la cobardía y estulticia humanas – ellos, que se han doctorado en esa cuestión -", ¿pero tú quién eres para decir semejante majadería?
    1º- yo soy español, pero vivo en Varsovia desde hace más de dos años y medio, y puedo hablar con mucha más propiedad que tú. Lo de que los polacos sean doctores en cobardía y ¿estulticia? es tan cierto como que tú eres objetivo.
    2º- DOCUMÉNTATE. Cuando De Gaulle murió pidió que no se hicera ningún busto ni estatua ni momumento de él. Pese a lo que los polacos (con más sarna que devoción) levantaron el presente. Así que aquí, el único ¿estulticio? que hay eres tú, por no entender una de las más reales mofadas que hay en Europa.
    3º- Vete a paseo.

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  2. Varsovia es una ciudad repleta de monumentos. Hasta a un niño soldado encuentra uno. Había tanta sarna (¿no será sorna?) en la estatua erigida en Varsovia que le fue encargada a un afamado escultor parisino y la fundación oficial De Gaulle se muestra orgullosa de ella en sus comunicaciones oficiales.

    En todo caso, Néstor, gracias por iluminar en su ignorancia a este "estulticio".

    PD. Eliminaré cualquier comentario con el más mínimo agravio personal sin dar más explicaciones. Éste lo respeto para que otros visitantes puedan disfrutar de su oceánico conocimiento histórico y su admirable manejo del castellano.

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