sábado, 10 de octubre de 2009

¿Se dice Danzig o Gdansk?

El destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos. A. Schopenhauer.

Ésta es la casa natal del filósofo Arthur Schopenhauer, en Danzig/Gdansk. Cuando Schopenhauer nació, a finales del S. XVIII, la situación era la que, al parecer, había sido durante siglos: la burguesía era germana, y el pueblo llano, polaco. Dado que se trataba de una ciudad enriquecida por su puerto, la burguesía era legión. Schopenhauer nunca se sintió atraído por la cultura polaca o eslava en general, su madre sí chapurreaba el polaco con los sirvientes.

Al término de la II Guerra, se planteó la cuestión de las fronteras polacas y alemanas. Polonia perdió por el Este un buen bocado de territorios que pasaron a manos de la Unión Soviética. Un territorio de 150 millas. Se cuenta que en una reunión, Stalin se mostraba reacio a aceptar la propuesta de Churchill acerca de las fronteras occidentales de Polonia. Entonces, Churchill colocó sobre el mapa tres cerillas; tres cerillas enteras marcaban el territorio que la URSS le arrebataba a Polonia en el Este. Churchill añadió: "Es como una compañía desfilando: dos pasos a la izquierda, prietas las filas."

No importaron las cerillas. Los soviéticos se mostraron intransigentes en las negociaciones respecto a las fronteras. Y, finalmente, Alemania, por supuesto, pagó el pato; la cosa suena así de absurda: para compensar la pérdida territorial por el Este, se le dieron a Polonia territorios alemanes del Oeste. Seguramente, muchos más de los que hubiera deseado. Hubiera sido lógico que Polonia hubiera ganado los territorios de población polaca (la Alta Silesia, algunos de Prusia Occidental y Poznania), pero el bocado infligido a Alemania fue desproporcionado.

Se cuenta que mientras Molotov y Eden (el representante británico) discutían acaloradamente sobre las fronteras polacas, Roosevelt se quedó durmiendo del aburrimiento. Un sopor que Alemania pagaría caro. Allí donde la llamada "línea Curzon" se hallaba abierta a interpretación, se acabó imponiendo la voluntad soviética. Alemania perdió la Prusia Oriental, donde Gdansk pasó a Polonia y el resto a la URSS, y la frontera germano-polaca occidental quedó delimitada por la línea Oder-Neisse tal y como la entendió Stalin. El hecho es que Danzig sería ya Gdansk para siempre, Breslavia sería Wroclaw, Königsberg, patria de Kant, sería Kaliningrado.

Dado que se argüían (a veces) razones sobre las minorías étnicas, ¿por qué no se realizaron más plebiscitos para determinar la nacionalidad de los territorios? Porque no fallaba: donde había un terreno en disputa y se celebraba un plebiscito, ganaba Alemania. En Prusia Oriental, Alemania retuvo Allstein por la insistencia británica en un plebiscito.

Tres preguntas.

1) En la II Guerra Mundial, los occidentales se alían fraternalmente con un dictador sanguinario para combatir a un dictador sanguinario, ¿cómo hay que juzgar esto?

2) ¿Cómo se permitió que Stalin incumpliera tan clamorosamente su acuerdo acerca de democratizar la "zona de influencia" soviética? Nadie obligaba a los occidentales a reconocer a todos aquellos países ni a enviar embajadores. Piensa uno, a veces, que se ganaron a pulso la guerra fría.

3) La RDA reconoció las fronteras germano-polacas en 1950, era lógico, pero la RFA las reconoció en 1970. ¿Por qué reconocerlas, aunque sea en el '70 si son tan clamorosamente injustas? "No tendría sentido seguir ahora con esa matraca" me dirá alguien: ¿no seguimos nosotros con la de Gilbraltar?

A veces, el destino nos ofrece malas cartas, pero tampoco nosotros las jugamos con primor. La casa de Schopenhauer está descuidada, pero Danzig/Gdansk es preciosa. Revienta de turistas; sobre todo, alemanes. Para ellos es más barata que si fuera de ellos. No los oigo quejarse.

5 comentarios:

  1. Occidente pagaría caro su connivencia con el viejo zorro Stalin. Pronto descubrirán que viene otra época terrible y peligrosa para todos: la guerra fría, con su política de bloques enfrentados en plena era nuclear.
    Un saludo.

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  2. A la primera pregunta respondo con aquello que decía un ilustre florentino (Maquiavelo): "el fin justifica los medios". Cuestión de aplicar el realismo político.
    A la segunda pregunta: se buscaba la paz a toda costa. Occidente sufrió mucho y necesitaba una tregua. Eso sí, dejaron que el león ruso campara a sus anchas y cuando se dieron cuenta se había convertido en el rey de su propia selva.
    A la tercera pregunta te contesto con mi silencio. No tengo respuesta.
    Un saludo para el maestro A.Schopenhauer y otro para ti.
    Un abrazo. (Jose Manuel C.)

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  3. 1. ¿Y cómo se juzga eso moralmente? ¿Existe también un realismo moral junto al político? Y, además, ¿era completamente necesario?

    2. "El rey de su propia selva", me gusta esa definición de la URSS. De hecho, cuando en los países del bloque socialista comenzaron las revueltas populares, Henry Kissinger solía decir: "La verdad es que la URSS tiene un problema grave: es el único país del mundo rodeado de hostiles estados socialistas."

    3. Qué agradable sorpresa verlo a usted aquí compartiendo sus reflexiones. Sí, un gran abrazo para "nuestro" Schopenhauer y otro, más afectuoso, para ti.

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  4. Como anécdota solo decir una cosa:

    Existe una serie de dibujos animados para adultos, Metalocalypsis se llama, que en el último capítulo de su primera temporada tiene como protagonista invitado al golfo de Danzig. Buscadlo por interné. es cuanto menos curioso.

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  5. No tenía yo noticia de eso, me pongo a buscar el capitulito de inmediato. Gracias por pasarte, gracias por comentar y gracias por el apunte, Reguera.

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