lunes, 31 de agosto de 2009

Ruido y trasiego

Me dirán que el calor aprieta, y tendrán razón, pero el sol ya no azota rabioso. Las tardes deliciosamente eternas de junio quedan lejos ya. Todo será, en breve, ruido y trasiego. Dilapido las últimas tardes del asueto estival en paseos frente al mar. La Manga del Mar Menor conserva mucho de su belleza a pesar del empeño destructor que, durante tantos años, ha supuesto aquí la urbanización descontrolada. Cómo no conservarla: azules aguas abrazadas por arena blanca y fina. Que se vaya al Caribe el que quiera.

La aplicación de la Ley de Costas (de 1988) está suponiendo aquí también serios problemas. Como sabrán, la situación es compleja. En la zona de "dominio público" queda prohibida toda propiedad privada (ésta es el mar, la arena o los guijarros, el lugar que alcancen las olas en las peores tormentas conocidas, etc.). ¿Qué sucede con aquéllos que poseen una vivienda en este dominio público? Si la propiedad es legal y fue construída antes de 1988, se puede optar a una concesión de hasta 60 años. Si no, puede ser demolida ya mismo. No se puede vender ni dejar en herencia (a menos que los hijos vivan en la casa en el momento del fallecimiento de los padres). Si el Estado decide demoler antes de 60 años - cosa que puede hacer por "interés público" - , pagará el coste de la vivienda, pero no del terreno. Eso sí, esta gente continúa pagando religiosamente su hipoteca.

Además, tras la zona de dominio público se establecen 100 metros de zona protegida, donde sólo se respetarán las propiedades construídas en terreno que ya en 1988 fuera terreno urbanizable. (Y, aún así, debe haber 20 metros como mínimo desde el deslinde). En fin, si desean más información, visiten el blog de la plataforma que agrupa a los afectados.

Por un lado, resulta intolerable que existan viviendas que impidan pasear junto al mar a los demás ciudadanos, es más, que ni tan siquiera permitan ver el mar desde el paseo; por otro, comprendo perfectamente que los afectados hablen de inseguridad jurídica y de expropiación forzosa.

Miro, desde el paseo, a los últimos veraneantes; se desplazan por la arena, toalla al cuello, cada cierto tiempo, huyendo de la sombra que la torre de enfrente proyecta sobre ellos. Se trata, probablemente, de su último baño de sol, como se trata, lastimosamente, de mi último paseo frente al mar.
(Foto: Mía de ayer mismo)

jueves, 27 de agosto de 2009

El salmón y el socialismo

Exquisito el salmón de Polonia. Lógico en un país rebosante de ríos. Tan sonrosado, tan sabroso, tan bien cocinado. Eso sí, se toman su tiempo para ello. Llama la atención al viajero el tiempo que tardan en servir en un restaurante polaco. La bebida se sirve pronto y, sin embargo, los platos tardan unos 40 minutos. Hay sitios más rápidos, pero, en general, ésa es la media. Pide uno un entrante para evitar la desesperación, pero la ocurrencia tampoco acaba de funcionar: un mero entrante tarda unos 20 minutos.

Recuerdo un lugar especialmente tardón. Un entrante, que no resultó ser más que unas patatas cocidas con bacon por encima, llegó a los 45 minutos. Una vez acabado, transcurrieron 20 minutos más sin que hubiera noticias de los platos. Ana y yo nos miramos, nos levantamos y le decimos al camarero que ya no queremos los platos, que queremos pagar lo consumido y marcharnos. Se trata de un joven, inexperto, que se pone nervioso y me dice que espere al encargado. Éste aparece desde la cocina; se trata de un inmigrante de (probablemente) segunda generación, ya que su polaco es, claramente, de nativo. Me pregunta de malas maneras qué sucede. Le repito lo que ya he dicho una vez. Me dice que no puede pasar la orden de los platos hasta que no se ha consumido completamente el aperitivo; contesto que no me interesa el modus operandi de su local, sino que quiero pagar e irme, puesto que no es normal esperar más de una hora para dos platos. "Está usted en un restaurante", espeta, "no en un McDonald's".

Ana y yo realizamos conjeturas sobre a qué se debe esta tardanza. ¿Se trata del carácter eslavo, de la impronta socialista o de ambas cosas? Como se sabe, el socialismo consiguió el pleno empleo gracias a puestos de trabajo superfluos. Llegó a haber campañas gubernamentales donde se aconsejaba a la gente trabajar con tranquilidad. Sé de buena tinta que la situación es similar en empresas españolas que fueron privatizadas pero cuyos trabajadores mantienen un extraño estatus de semifuncionario, y donde se admite que sobra gente.

Polonia, eso sí, es barata. Sus precios se asemejan a los de la España de hace unos 20 años o más. Su entrada en el euro está prevista para 2012, quizá la situación haya cambiado para entonces. Se trata de un destino turístico tan ideal como infraexplotado. Un país de ríos, lagos, trigales y maizales. Un país lleno de cigüeñas de imponentes nidos. Un país casi virgen: cuesta encontrar unos kilómetros de autopista. Las dos principales ciudades, Cracovia y Varsovia, por ejemplo, no se comunican por autopista. Si a esto sumamos la ingente cantidad de obras que plagan las carreteras, cualquier desplazamiento supone un martirio.

Dicho brevemente: No hay manera de hacer nada rápido en Polonia. Yo sugeriría como eslogan: "Venga y tómese su tiempo".

Corría un chiste en la URSS de la época de Breznev: ¿Los milagros del Socialismo?

"No hay paro, pero nadie trabaja. Nadie trabaja, pero los planes se cumplen. Los planes se cumplen, pero en las tiendas no hay nada. En las tiendas no hay nada, pero las despensas de la gente están llenas. Las despensas esán llenas, pero todos están descontentos. Todos están descontentos, pero votan a favor."

Se lo cuento a Ana mientras acabamos matando el hambre con una hamburguesa frente a la torre de Stalin. No se asusten: no era de McDonald's.

jueves, 20 de agosto de 2009

Joven e inconsciente

Llegué a Dresde un 2 de octubre. La Florencia del Elba, dicen las guías. La ciudad me acogió con frío y lluvia. Había viajado desde Alicante vía Amsterdam, donde hube de esperar unas 8 ó 9 horas. Los vuelos más cómodos eran caros, y la economía de mi padre no permitía alegrías. Yo, además, era joven e inconsciente. Y germanófilo, muy germanófilo. Un taxi me lleva al Studentenwerk, el lugar que gestiona el alojamiento de los universitarios. Guardo una cola considerable; se trata de nativos, así que sólo yo voy acompañado de maleta. Una mujer, muy agradable, encuentra al instante mi petición de alojamiento desde España; me dice que la residencia que yo había solicitado es una muy buena opción, pero me comunica que puedo elegir otra que resultará muy barata, pero es vieja y se comparte habitación. Me recomienda mantenerme firme en mi decisión. (Había sido asesorado por una compañera de carrera). Me rascaré el bolsillo (de mi padre) y mi residencia será, pues, una de las recientemente reformadas en Budapester Strasse. Al mes, incluidas agua, luz y calefacción, pagaré unas 28.000 pesetas de las de antes (hace 10 años ya). Se trata, exactamente, de lo que recibo por la beca.

Al día siguiente, el hambre aprieta y no hay manera de encontrar nada abierto. Alguien me descubre entonces que es 3 de octubre, fiesta nacional: el día de la Wiedervereinigung, la reunificación. Maldita la suerte. Acabo pidiéndole un par de huevos a una compañera de residencia, siria ella. (Acabó, por cierto, casándose con un alemán, rompiendo el contrato que se firma en Siria, según me contaría, al recibir la beca, que obliga, para evitar la fuga de cerebros, a regresar al país tras la estancia sufragada o devolver la cuantía recibida).

Es cierto, como ha comentado aquí alguien, que los habitantes de la antigua RDA pueden sentir que, tal y como se produjo la unificación, se les dijo que todo su trabajo no servía para nada. Eran, además, los años dorados de la Bundesrepublik, eran los años del célebre Made in Germany. Y eran también, por qué no recordarlo, los años en que el fútbol era el deporte en que juegan 11 contra 11 y al final gana Alemania. La RDA dejó de existir, engullida por su hermana mayor, el 3 de octubre de 1990. Muchas voces, a ambos lados del ahora caído telón, se quejaron ya entonces del proceso: hubo quien utilizó la incómoda palabra de Anschluss. Otros, más jocosamente, hablaban del "Besserwessi". Fueron tres los factores que propiciaron una reunificación rápida, con un desmantelamiento de gran parte del tejido industrial y social de la RDA:

Uno, la población oriental se manifestaba cada vez más contundentemente a favor de la unidad nacional. Los carteles de las memorables manifestaciones de Leipzig decían ya "Deutschland Einig Vaterland" ("Alemania Una Nación"). En las primeras y únicas elecciones libres que vivió la RDA, en marzo de 1990, el partido que hacía campaña explícitamente a favor de la unificación - la mayoría sostenían una postura confusa - , "Allianz für Deutschland", obtuvo más del 47% de los votos. Recordemos que el "Programa de Diez Puntos" que presentó H. Kohl a finales de noviembre de 1989 en el Bundestag, parecía comprometerse con una confederación alemana de 2 estados.

Dos, desde Bonn se percataron pronto de que aquello de la confederación no tenía sentido. Al fin y al cabo, la RDA, como todo el bloque socialista, era un país casi técnicamente en bancarrota, que sobrevivía gracias a los préstamos de Occidente.

Tres, Bush y Gorbachov estaban por la labor.

Me gustaba pasear al caer la noche por la orilla del Elba. Atravesaba el caso antiguo, fastuoso, y me llegaba hasta el mismo río. A veces bajo la nieve y un puñado de grados bajo cero. Me creía Schopenhauer o Goethe. Yo, entonces, no sé si lo he dicho, era joven e inconsciente.

sábado, 15 de agosto de 2009

Veinte años no es nada

Esto es "Breaking Through The Wall", la "escultura" (no sé cómo llamarlo) que se exhibe estos días en la plaza Solidaridad de Gdansk/Danzig. Un coche de la época, con unos muñecos dentro perfectamente caracterizados de la época, atraviesan el muro.

Justo ahora que, según una encuesta de la que da noticia el Spiegel, el 49% de los alemanes del Este están de acuerdo con la siguiente afirmación: "La RDA tenía más aspectos positivos que negativos. Había algunos problemas, pero la vida estaba bien allí". Incluso un 8% se ha decantado por: "La RDA tenía, en su mayor parte, aspectos positivos. La vida allí era más feliz y mejor que en la Alemania unificada de ahora".

El investigador político Klaus Schröder, director de una institución dedicada a estudiar la RDA, cree que los alemanes orientales están "blanqueando" el pasado de su dictadura, y tomándose las críticas como una cuestión personal. Apunta al hecho de que ni la mitad de los jóvenes de la antigua RDA la describen como una dictadura. "Estos jóvenes, dice, no pueden, y de hecho no desean, reconocer los lados oscuros de la RDA".

Este tipo de declaraciones le han costado caras. Schröder ha recibido cartas amenazantes de los nuevos nostálgicos de la era de Honecker. "Desde la perspectiva de hoy", dice una de ellas, "fuimos expulsados del paraíso el día que cayó el Muro."

Agobios malthusianos


Viaje donde viaje uno, se da cuenta de lo difícil que es visitar un lugar donde no haya nadie. A mí me parece curioso que siendo la prensa actual tan proclive a "la noticia de moda" (ya se sabe, vacas locas, gripe A, calentamiento global), haya temas que, sin embargo, no hay manera de poner de moda. Esto le sucede, precisamente, con el problema más grave al que se enfrenta la humanidad actualmente. El que los políticos no lo mencionen - ni mencionarlo - supone una gran estafa. Tampoco sé cuántos profesores hablarán de ello en sus clases, sospecho que pocos. La cuestión resulta aún más curiosa si uno considera, como yo, que otros graves problemas de los que sí se habla bastante, principalmente la escasez de agua y la pobreza, dependen en gran medida de éste que ha quedado proscrito de los titulares.

Los datos son conocidos: En el año 0 había en la Tierra entre 250 y 300 millones de personas. En 1800, 1.000 millones. En 1900, casi 1.600 millones. En 1990 eran ya 5.000 millones y en 2000 llegamos a los 6.000.

Es decir, la población crece al día en 230.000 personas (a pesar de los 30.000 niños que mueren por enfermedades incurables diariamente). Lo que significa 7 millones al mes, 84 millones al año, (¡dos veces un país como España al mes!). A este ritmo, en 2050 seremos bastantes más de 9.000 millones.

Uno de los problemas para combatir la fecundidad es la encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI, de 1968, en la que la contracepción se declara pecado. Esta encíclica estuvo precedida por tres años de trabajos de una comisión vaticana nombrada por el Papa, comisión que había decidido que la prohibición de la contracepción no se podía sacar ni de las Sagradas Escrituras ni de la tradición, la teología o las leyes naturales de la Iglesia. El entonces poderosísimo cardenal Ottaviani convenció al Papa para que no atendiera las recomendaciones de sus expertos. (Y eso que entonces la población mundial era de 3.500 millones, hoy es de más de 6.000, que serán 7.000 en poco más de diez años.)

Tómese el caso de Nigeria. Nigeria es el país más poblado de África (la mayoría son cristianos, el 40%): En 1950 tenía 33 millones de habitantes, en 1998, 106 millones. Se prevén 250 millones para 2050.

China y muchos de los países islámicos han puesto freno a su demografía, con un éxito notable. En la sociedad islámica, en 1970 el número medio de hijos por mujer estaba entre 6 y 7. Treinta años más tarde, ha descendido drásticamente. En Indonesia está ahora en 2’06. Turquía: 2’3, Egipto: 3. En Irán, que se hallaba en 6’5, en 2001 tenía 2’1. En Túnez: 2, Marruecos y Argelia: 2’5. Pakistán continúa sin descender y Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo, igual. Aún así, el panorama es preocupante dentro del mundo árabe: en 2050 Egipto habrá pasado de 70 a 120 millones, Arabia Saudí, de 21 a 61, Siria e Irak serán ya 50 millones, Irán, 160 (más que Rusia), y Afganistán, 70 millones.

Las doctrinas islámicas no se oponen a la contracepción ni al control de nacimientos. El islamista Paolo Branca escribe: «sobre métodos de limitación de nacimientos el Corán guarda silencio, mientras que la Sunna admite la práctica del coitus interruptus», único método de contracepción conocido entonces.

En la India el número medio de hijos ha pasado de 6 en 1955 a 3’1 en 2000. En China la fecundidad entre 1995-2000 era de 1’8. Como se sabe, China adoptó unas medidas realmente crueles en su lucha contra la llamada “bomba demográfica”, la llamada “política del hijo único”: prohibición del matrimonio antes de los 26 años, subvenciones para el primer hijo y retirada de servicios sociales con un segundo, aborto obligatorio en caso de tercer embarazo, reparto de preservativos incluso con el sobre de la paga. Se han instaurado buenas pensiones de vejez para que no se programe un elevado número de hijos como sostén para los viejos.

Europa, también con los países de la antigua URSS, parece no formar parte del problema, ya que su tasa de crecimiento ronda el 0. Algunos países, como España o Italia han llegado a estar por debajo de 0 algunos años. Japón posee también una tasa muy baja.

He mencionado la relación de la cuestión demográfica con los problemas con el agua. Como se sabe, en Europa estos problemas son enormes en el sur de Italia y España; muchos de los grandes ríos asiáticos están al límite, el Ganges y el Yangsté corren el riesgo de no llegar nunca más al mar (como ya ha ocurrido con el río Colorado en EE.UU.). En China las capas freáticas acuíferas del norte han descendido 37 metros en treinta años. El mar interior de Aral, en Asia central, ha perdido la mitad de su extensión. El lago Chad era hace tiempo el sexto lago más grande del mundo; ahora ha perdido casi el 90 por ciento de su superficie y está agonizando, y se trata de un lago que da de beber a 22 millones de personas y que es fundamental para Chad, Camerún, Níger y Nigeria.

Si a ustedes también les entran a veces agobios malthusianos, pueden obtener toda la información pertinente aquí, o ver este vídeo del youtube o leer el libro La Tierra Explota, Superpoblación y Desarrollo, G. Sartori y G. Mazzoleni, Taurus, 2003.


martes, 11 de agosto de 2009

La historia de un libro de Historia


La Polonia socialista cantó, en las calles y las aulas de todo el país, loas y alabanzas a la URSS, por supuesto, y también subrayó la inquebrantable amistad que había unido a ambos países a lo largo de la historia. Pero, claro, esto último ya planteaba algún problemilla. Uno de ellos, no menor, es que al término de la I Guerra Mundial, ambos Estados se habían enfrentado fieramente. Una vez más, la URSS pretendía ampliar sus territorios a costa de Polonia, así que aprovechó el revuelo del final de la contienda mundial para ver qué pescaba. Así pues, se produce una guerra ruso-polaca entre 1919 y 1920, cuando los bolcheviques ya están en el poder. Esta irrelevante anécdota fue declarada tabú por las autoridades socialistas polacas y nunca se contó en clase de historia. (Por cierto, la victoria polaca fue aplastante, pero ahora no vamos a eso.)

La historia de un libro de Historia muestra, como mínimo, cuán tozuda y enérgicamente se comportó Solidaridad en los tiempos duros de la democracia real. El libro, sabiamente titulado Águila Blanca-Estrella Roja, contaba la historia del mencionado enfrentamiento, y fue uno de los elegidos para ser traducido (del inglés al polaco), imprimido y distribuido por el movimiento clandestino de edición que tenía en marcha Solidaridad y otra oposición. Una noche, el autor, que vivía en Londres, recibió una llamada de teléfono que le hizo una pregunta sumamente curiosa: "¿Daría usted su permiso para que su libro se publicara sin su permiso?" La mujer, que decía hablar desde París, se explicó; la publicación clandestina (Drugi Obieg, se llamaba) protegía a los autores haciendo constar que éstos no eran responsables de las ediciones, que eran, claro, ilegales.

La traductora se puso manos a la obra bajo un pseudónimo. Se trataba de una mujer de Gdansk/Danzig, que unos años antes se había recorrido el mundo en un yate y había mejorado, así, su inglés. Su primer intento de traducción fue abortado cuando la policía irrumpió en su piso y la encarceló. El segundo intento naufragó cuando la policía irrumpió, a media noche, en la imprenta ilegal y confiscó todas las copias. Pero a la tercera fue la vencida - tras seis años de tozudez - . Al autor, que vivía entonces en California, se le había informado de todas las peripecias de la traducción a lo largo de esos años mediante unas misteriosas cartas; supo años más tarde que la informante era la hermana de la traductora. "Pura admiración era la única reacción posible. Esa gente iba ganar" dice, sobre la anécdota, el autor del libro.

(Datos: El autor del libro era Norman Davies, un especialista en historia polaca. Relata la historia en Heart of Europe. The Past in Poland's Present. La traductora se llamaba Ursula Karpinska, y utilizó el pseudónimo de Teresa Remiszewska).

domingo, 9 de agosto de 2009

Paradojas polacas

Me siguen pareciendo encantadoras las paradojas que generó la caída del comunismo.
En Cracovia, el hotel era, claramente, un antiguo edificio socialista reformado. Está tan reformado que es imposible, ahora, hacerse una idea de cómo debió de estar distribuido originariamente. Pienso, además, en que cuando en la Unión Soviética la economía levantó algo el vuelo en los años 70, se quiso dar un toque de calidad al pueblo... se instalaron aseos individuales en los edificios. Seguramente, hubo aquí, también, aseos comunitarios. Con todo, pregunto a uno de los recepcionistas, para tirarle de la lengua, y me lo confirma. Su inglés es inseguro, pero decente, así que podemos hablar. Me dice que él nació en el 85, por lo que no recuerda la época socialista, pero, claro, ha oído las batallas de su padre. Éste, me dice, acabó muy desilusionado con el cambio, por el hecho de que los antiguos dirigentes del régimen hayan acabado ocupando altos cargos de multinacionales, lo que se dice forrados. Ésta es la paradoja que menos gracia suele hacer. Aparece bien reflejada en la mejor película que se ha hecho hasta el momento sobre la época, en concreto sobre la Stasi de la DDR, La vida de los otros.

He comentado ya que en Varsovia se abrirá en breve el museo del comunismo, pero en Cracovia existe la posibilidad de un "tour comunista". Se lo llevan a uno a Nowa Huta, en un Trabant de entonces y con un conductor nacido y criado allí, le ponen un documental, le dan una cena con los cubiertos de la época. Si se trata de un grupo, hasta le hacen a uno el paripé de un control policial callejero. El precio es, directamente, un robo. Ni se me pasa por la cabeza llamar, pero si alguien está interesado, que eche un vistazo aquí. El comunismo convertido en un sightseeing, segunda paradoja.

Le pregunto a un vendedor de souvenirs, en el Rynek de Varsovia, algunas recomendaciones para visitar. Su inglés es casi nulo, pero el hombre realiza unos esfuerzos comunicativos tales que, mal que bien, nos entendemos. Le compro un libro sobre el gueto y me regala un calendario de Varsovia, bonito, de 2010. Y es él quien me indica la mayor paradoja - hará, sin duda, las delicias de todos - . El antiguo Comité Central del Partido es hoy día... ¡la bolsa de Polonia! Una cosa es el cambio de aires y otra hacer daño. De hecho, todos los edificios del núcleo duro del comunismo varosovita, la Plaza de la Constitución, están sembrados de carteles y banderas de grandes empresas y bancos. El antiguo edificio del partido es, por supuesto, de arquitectura socialista ("socrealista", se dice aquí) y, sin embargo, una vez más, me agrada. "Centrum Bankowo-Finansowe" se lee ahora. Se conserva ante el edificio una palmera, feucha, artifical, que en su día simbolizó... la unión con el pueblo cubano.
Otra cosa, si alguien no conoce la llamada "paradoja progresista", que le eche un vistazo aquí.

sábado, 8 de agosto de 2009

La religión y Polonia y algo más

¿En qué lugares del mundo tiene la religión mayor peso? Parece ser, he leído, que la religión se hace omnipresente y densa en los países musulmanes y en el sur de Estados Unidos. En series televisivas he visto carteles, no sé financiados por quién, junto a carreteras estadounidenses en los que se lee, simplemente, "God", o algún lema algo más elaborado ("God helps you", p. ej.).

¿En qué países de Europa tiene la religión mayor peso? Polonia y Eslovaquia. Les sigue de cerca Irlanda. En éste último, por ejemplo, el aborto está penalizado en todos los supuestos.

¿Es cierto que la gente se construye un crucifijo en la puerta de su casa? Lo es. Hay crucijifos, solos y con Cristo crucificado, a la entrada de muchas casas. También las carreteras y los bosques están repletos de estos crucifijos o capillas, muchas de ellas con una figura de la Virgen. Tanto crucifijos como vírgenes suelen decorarse con llamativas cintas de colores. Recuerdo que ya algo similar sucedía en las casas y los campos de Baviera y Austria, pero no, desde luego, al nivel de Polonia.

¿Es cierto que en Polonia las iglesias están llenas? Lo es. Tanto en pequeños pueblos como en las grandes ciudades. (La foto es una iglesia en el Rynek, o sea, puro centro, de Varsovia).

¿Pero de gente mayor, como en todos sitios? No. De gente mayor y de gente joven. Jóvenes mujeres de ceñidos y escotados vestidos, adolescentes de estética algo desaliñada, hombres de mediana edad con bigote y sin bigote, todos abarrotan las iglesias. Conduje por pueblos en los que a las 8 de la mañana y bajo la lluvia, la gente ya se agolpaba en la puerta, paraguas en mano.
¿A qué se debe esto? En Polonia la Iglesia es una institución muy respetada, especialmente, por la ayuda que prestó en la lucha contra el comunismo. Ya se sabe, basta prohibir una institución, una lengua, una vestimenta, para que el pueblo la erija en su objeto de deseo.

¿Es cierto que en Polonia hay retratos de Juan Pablo II por todos sitios? Por todos. Juan Pablo II apoyó sin ambages a Solidaridad y su segunda visita como Papa fue a su país natal (1979). (Recuérdese que venía de ser arzobispo de Cracovia). La visita resultó un duro golpe para los comunistas, ya que hubieron de ver un júbilo generalizado y espontáneo en el mismo pueblo que ellos se veían obligados a maniatar a golpe de policía secreta. Lech Walesa firmó los acuerdos de constitución de Solidaridad con un bolígrafo rematado por una fotografía de Juan Pablo. Se pueden encontrar fotos de Wojtyla en las tiendas de souvenirs, en los escaparates de las tiendas de cuadros, por supuesto, en las iglesias (incluso gigantescos retratos colgando de la fachada), etc. Da nombre a cientos de calles y plazas de todo el país. En la céntrica calle Juan Pablo II de la misma Varsovia, por cierto, han abierto varios sex-shops.

¿Vivirá Polonia la inevitable corriente laicizante o, por el contrario, ahondará en su identidad cristiana? Eso sólo Dios lo sabe.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La visita de Honecker (Honecker-Besuch)


La afirmación de que los intelectuales europeos se han visto implicados de algún modo en la tragedia del comunismo toca un problema muy profundo. De hecho, dicha implicación ha sido de dos tipos. Uno es "el ídolo con pies de barro", es decir, la larga serie de intelectuales tentados por una fe que debía colmar su propio vacío interior y que, luego, exprerimentaron su Kronstadt, su momento de desilusión. Para algunos, esto sucedió muy tarde, tras Hungría, después de Solidaridad, e incluso después del ochenta y nueve.

Pero además hay una segunda forma de implicación que consiste en lo que yo describiría como "la mentalidad de Helsinki". Esta estaba especialmente difundida en Alemania y consistía en un cierto tipo de complicidad con el otro bloque, basada en el supuesto de que los dos "sistemas" tendrían que convivir por un período indefinido. Cuando el canciller Kohl extendió la alfombra roja para Honecker en Bonn, poco más de un año antes de la caída del Muro, los intelectuales no protestaron. También ellos habían aceptado la idea de que uno no podía interferir en los asuntos internos del otro. Incluso la izquierda, o quizás especialmente la izquierda, había adoptado una mentalidad de guerra fría para luego construir sobre ésta una serie de puentes, sin preocuparse de los derechos humanos fundamentales, de la libertad de expresión y la democracia.

Ralph Dahrendorf en La Democracia En Europa.

sábado, 1 de agosto de 2009

Auf Wiedersehen, lord Dahrendorf

Colonia. Por allí anduve el pasado verano. Una ciudad bastante animada, en un país, como se sabe, con pocas ciudades bastante animadas. Y no es sólo la ciudad de una catedral gótica bellísima, de una elevación casi inverosímil, es también la ciudad que escogió Ralf Dahrendorf para morir. Podría haber escogido su ciudad natal, Hamburgo, o su amadísima Londres, o incluso la elegante Oxford, donde también fue profesor. Podría haber elegido, puestos a elegir, Palo Alto,en California, donde fue profesor 3 años. Pero el hecho es que escogió Colonia. Por allí no sólo paseé, claro, por las inmediaciones de la catedral - mucha gente de día, muy poca de noche - , hice también alguna excursión por la campiña y los bosques renanos - en concreto, el estado es Renania del Norte-Westfalia y Colonia no es la capital, lo es Düsseldorf - . Y, allí, en Colonia, ha muerto Dahrendorf. Lo hizo el 17 de junio. ¿Cuánta gente habrá sido parlamentario en dos países diferentes? Ingresó en el Bundestag en 1969, y llegó a viceministro de asuntos exteriores en un gobierno de Willy Brandt. Pero un año más tarde fue nombrado comisario europeo. Con todo - viejo zorro - siempre supo simultanear su actividad intelectual con la política. Incluso siendo comisario europeo publicaba artículos bajo seudónimo, donde criticaba frecuentemente a sus compañeros de la Comisión: "europeos de profesión" los llamaba.

En 1974 se le ofreció la dirección del London School of Economics, donde él había estudiado. La dirigió gustoso; como universidad era, decía, "la envidia del mundo". La diririgió durante 10 años y desarrolló un intenso amor por Gran Bretaña en general y por Londres en particular. Se enamoró del país, según él, mientras surcaba el Támesis, "en uno de esos legendarios desayunos en un barco-tren de Harwich a Liverpool Street". Admiraba la también legendaria ansia de libertad británica. Y en 1988 obtuvo la nacionalidad británica. Volvió a Alemania a la universidad de Constanza, para, poco después, regresar a Inglaterra, esta vez a Oxford. Sería hecho lord y en 1993 ingresó en la Cámara de los Lores.

Ofrezco dos ideas a forma de anzuelo para potenciales lectores:

1) La Unión Europea, defendía siendo ya Comisario, no debe verse como un contrapoder a EE.UU. Europa debe verse a sí misma como una asociación de países caracterizados por el Estado de Derecho y un orden económico liberal. "Para mí, el mayor peligro es el de que esa Europa termine por definirse siempre, o con frecuencia, como un polo opuesto a Estados Unidos; es decir, aquella que se dotaría de una identidad negativa, infausta. Europa debe comprender que EE UU es su socio natural, su aliado, la hermana junto a la cual integra el mundo libre. Y que, sin EE UU, Europa sería menos libre", declaró en 2004 a El País.

2) A pesar de que su tesis doctoral trataba sobre el marxismo, pronto apuntó la principales deficiencias de dicha ideología. Tras su paso por EE.UU. señalaba que la teoría del conflicto de clases era incapaz de explicar, por ejemplo, la vieja cuestión de por qué el movimiento socialista se ha mostrado incapaz de arraigar en ese país.

En definitiva, una vida apasionante. Los trigales renanos, esplendorosos en los días soleados, contienen decenas de sendas que los ciclistas surcan ante mí. Ya se sabe, los europeos del norte siempre tan ávidos de sol. ¿Resulta demasiado tópico si digo que los meandros de las sendas me recuerdan a los de la vida de Dahrendorf? Ya con 15 años fue internado en un campo de concentración nazi. Y después aún vinieron los comunistas. Era predecible, pues, que sería un paladín de la libertad, pero no que lo sería con tal inteligencia y penetración. Él mismo lo contaba así:
Tenía 15 años cuando fui encerrado en una prisión nazi y al año siguiente de llegar a Berlín los rusos se comportaron como la Gestapo. Un oficial del NKVD vino a mi colegio en Berlín y me preguntó si era Ralf Dahrendorf; respondí que sí. Entonces me invitó a dar un paseo y me pidió informaciones sobre mi padre, Gustav Dahrendorf, que era uno de los dirigentes de la Social Democracia en Berlín y en la zona oriental de Alemania. En aquella época se oponía firmemente a la fusión de comunistas y socialdemócratas propugnada por los soviéticos. De este modo, en 18 meses, viví una experiencia similar en los dos sistemas. Esta es la razón por la que no era probable que me atrajera ninguna de las dos partes. En este sentido, mi experiencia es algo diferente de la de tantos intelectuales franceses, italianos o españoles.
De La Democracia en Europa.