A unos pasos calle arriba del monumento a Adam Smith, en la High Street de Edimburgo, se encuentra el monumento a David Hume. Refleja a un Hume que no es el que uno espera - rechoncho, maduro, sonriente - , pues ofrece una figura joven, vestida con una especie de túnica romana y recostada. En la base, se lee, simplemente, "HUME". A la espalda, no me pregunten por qué, aparece la cabeza de Medusa.
David Hume no consiguió nunca acceder a la universidad, a pesar de que su currículo era lo suficientemente valioso. Lo intentó en dos ocasiones, una en la Universidad de Edimburgo y otra en la Universidad de Glasgow y en ambas fue rechazado. Resulta que sus escritos sobre la religión, la moral o el suicidio le habían granjeado enemigos entre los conservadores del país. El caso de Hume habla mal de los criterios de selección de las universidades. El caso de Paul Krugman demuestra que incluso en Princeton puede uno hallar profesores que, digámoslo así, no tienen la verdad como única guía y aspiración de sus reflexiones.
A Krugman lo botaron del The New York Times con la acusación del defensor del lector de trastocar los datos cuando éstos no se amoldaban a sus ideas. Paul Krugman es, más que un economista riguroso, un vocero de los demócratas y un flagelo de los republicanos. Si como tal es brillante o no, es otra cuestión. Su columna en el TNYT era de contundente nombre: The Conscience of a Liberal. Por cierto, le concedieron el Nobel de Economía hace un par de años y el Príncipe de Asturias en 2004. Queda claro, pues, que, a pesar de sus fallas, no es un mindundi.
Leí hace algún tiempo unas reflexiones de Krugman sobre la economía francesa y la estadounidense. Las ideas fundamentales son éstas:
1) Cuando se dice que Francia tiene menor productividad que EE.UU. se está diciendo una verdad a medias. Resulta que los franceses poseen mayor productividad por hora que los estadounidenses, es sólo cuando se toma un período amplio de tiempo cuando la productividad yanqui supera a la gabacha.
2) ¿Por qué? Porque los franceses han preferido tener más tiempo libre y más vacaciones.
3) Esto conlleva que los francese tienen una menor renta per cápita que los estadounidenses. Así, no poseen tan buenos coches, ni tan grandes casas, ni cenan tan a menudo fuera como los americanos.
4) Pero, a cambio, los franceses pasan más tiempo con sus amigos y con su familia que los norteamericanos.
5) ¿Por qué los franceses - y los europeos en general - tienden a tomar la decisión contraria a la de los norteamericanos (menos ingresos y más tiempo libre)? Basándose en un estudio (de Alesina, Glaeser y Sacerdote), Krugman defiende que se debe más a las regulaciones gubernamentales que a cuestiones relacionadas con los impuestos.
¿Qué sociedad ha tomado la mejor decisión? Para Krugman, la respuesta parece clara. La europea parece una sociedad más humana: más amigable y familiar.
¿Qué me falla de todo este análisis?
1) EE.UU. posee unas tasas de consumo televisivo realmente impactantes. Se habla de más de 8 horas diarias por hogar o de más de 4 horas y media diarias por persona. Las tasas, además, han crecido en los últimos años. No parece pues que se trate de una ciudadanía, en general, terriblemente estresada. (Recuérdese a Homer Simpson).
2) EE.UU. bate récords, además, en el envío de mensajes de móvil a los programas televisivos. Es decir, que no se mira la televisión de soslayo mientras se trabaja en casa.
3) El consumo de internet es también mucho mayor en EE.UU. que en Europa (un 57% de la población como consumidor de internet contra un 35%). Se ha disparado, en particular, el consumo de televisión en diferido. De nuevo, no parecen cifras de una ciudadanía con poco tiempo libre.
4) En EE.UU. prácticamente todo el mundo realiza deporte u otras actividades lúdicas - como socializarse - durante mucho tiempo al día. En un estudio describiendo el día típico de un norteamericano en 2003, se concluyó que el 95% de adultos dedican 5 horas y media al día a este tipo de actividades. (Y se concluyó que se trabajan, exactamente 8 horas; las mujeres algo menos pero, a cambio, algo más en casa).
5) Francia posee una muy alta tasa de divorcios. Comparativamente, posee una de las más altas de Europa. Con todo, si bien es cierto que la supera la más liberal Gran Bretaña, también lo es que se ve igualmente superada por las más estatistas Alemania o Suecia. En definitiva, si los franceses habían escogido poseer menos renta para pasar más tiempo con sus familias, no parece que la jugada haya resultado redonda.
En fin, nadie es perfecto. Ni siquiera un profesor de Princeton.
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