This train of hopes and dreams. Bruce Springsteen.
La Búsqueda de la Felicidad, The Pursuit of Happiness, es una película de Will Smith que ilustra el sueño americano. Está basada en una historia real. Chris Gardner llegó a vivir de la beneficencia pública y religiosa, era un indigente. Llegó a dormir una noche con su hijo en los servicios de una estación de metro. En 2006 vendió parte de su empresa, una firma de valores, por varios cientos de millones de dólares.
¿Por qué no ha cuajado la socialdemocracia en EE.UU., discutíamos hace poco? Ya Tocqueville había hablado del excpecionalismo estadounidense. La posibilidad del American dream es una de las grandes razones. Se dice que la mentalidad yanqui - digamos, el americanismo - se conforma en torno a dos grandes principios: desconfianza, cuando no abierta hostilidad, hacia el Estado y la fe en la meritocracia. Éstos son los goznes sobre los que la sociedad americana monta su puerta, que consideran siempre abierta, hacia la exitosa promoción social. La igualdad de oportunidades está, así, indisolublemente unida a la desigualdad de resultados.
Es por esto que se trata de un país capaz de tolerar unos grandes niveles de desigualdad de renta y de pobreza: en el horizonte aparece, refulgente, la ascensión basada en el esfuerzo y el talento. Hay que añadir, claro, que EE.UU. ha garantizado a sus trabajadores un nivel de vida medio más alto que el de cualquier otro país del mundo desarrollado (según un estudio de 2009, con la única excepción de Luxemburgo).
Una cuestión interesante es si la socialdemocracia tiene algún futuro ahora, en estos tiempos de crisis del capitalismo. Un gobierno republicano, como el de Bush, ha adoptado políticas keynesianas y de New-Deal, con un enorme gasto público, una gran intervención estatal en el sector privado, un estricto control de los mercados y, ahora, con Obama, parece que el desarrollo de una típica institución del Estado del Bienestar como es una sanidad pública. A este respecto pregunta Miguel Requena (catedrático de Sociología): "¿Bastará la reacción al actual ciclo recesivo para que los estadounidenses abujuren de su credo y asienten la socialdemocracia en su país?"
Tras la Gran Depresión, EE.UU. mantuvo intacto sus sistema de partidos, sus instituciones y sus valores. ¿Hará mella, sin embargo, la Nueva Depresión? ¿Es Obama el revolucionario que casi llegó a parecer durante un breve período de tiempo? Acaba M. Requena el artículo que leo en esta tarde noche, mientras se enfría el rosado de Navarra al que guardo una fidelidad inquebrantable, afirmando que "si por socialismo se entiende la socialdemocracia, entonces hay que seguir considerando que los estadounidenses han preferido hasta ahora el riesgo de la desigualdad, con su siempre renovada promesa de prosperidad individual, a la seguridad colectiva que proporciona el Estado."
Ya contaba el antes-pobre-ahora-multimillonario-y-filántropo C. Gardner que su madre solía decirle: Sólo dependes de ti mismo, la caballería no vendrá a rescatarte.
La Búsqueda de la Felicidad, The Pursuit of Happiness, es una película de Will Smith que ilustra el sueño americano. Está basada en una historia real. Chris Gardner llegó a vivir de la beneficencia pública y religiosa, era un indigente. Llegó a dormir una noche con su hijo en los servicios de una estación de metro. En 2006 vendió parte de su empresa, una firma de valores, por varios cientos de millones de dólares.
¿Por qué no ha cuajado la socialdemocracia en EE.UU., discutíamos hace poco? Ya Tocqueville había hablado del excpecionalismo estadounidense. La posibilidad del American dream es una de las grandes razones. Se dice que la mentalidad yanqui - digamos, el americanismo - se conforma en torno a dos grandes principios: desconfianza, cuando no abierta hostilidad, hacia el Estado y la fe en la meritocracia. Éstos son los goznes sobre los que la sociedad americana monta su puerta, que consideran siempre abierta, hacia la exitosa promoción social. La igualdad de oportunidades está, así, indisolublemente unida a la desigualdad de resultados.
Es por esto que se trata de un país capaz de tolerar unos grandes niveles de desigualdad de renta y de pobreza: en el horizonte aparece, refulgente, la ascensión basada en el esfuerzo y el talento. Hay que añadir, claro, que EE.UU. ha garantizado a sus trabajadores un nivel de vida medio más alto que el de cualquier otro país del mundo desarrollado (según un estudio de 2009, con la única excepción de Luxemburgo).
Una cuestión interesante es si la socialdemocracia tiene algún futuro ahora, en estos tiempos de crisis del capitalismo. Un gobierno republicano, como el de Bush, ha adoptado políticas keynesianas y de New-Deal, con un enorme gasto público, una gran intervención estatal en el sector privado, un estricto control de los mercados y, ahora, con Obama, parece que el desarrollo de una típica institución del Estado del Bienestar como es una sanidad pública. A este respecto pregunta Miguel Requena (catedrático de Sociología): "¿Bastará la reacción al actual ciclo recesivo para que los estadounidenses abujuren de su credo y asienten la socialdemocracia en su país?"
Tras la Gran Depresión, EE.UU. mantuvo intacto sus sistema de partidos, sus instituciones y sus valores. ¿Hará mella, sin embargo, la Nueva Depresión? ¿Es Obama el revolucionario que casi llegó a parecer durante un breve período de tiempo? Acaba M. Requena el artículo que leo en esta tarde noche, mientras se enfría el rosado de Navarra al que guardo una fidelidad inquebrantable, afirmando que "si por socialismo se entiende la socialdemocracia, entonces hay que seguir considerando que los estadounidenses han preferido hasta ahora el riesgo de la desigualdad, con su siempre renovada promesa de prosperidad individual, a la seguridad colectiva que proporciona el Estado."
Ya contaba el antes-pobre-ahora-multimillonario-y-filántropo C. Gardner que su madre solía decirle: Sólo dependes de ti mismo, la caballería no vendrá a rescatarte.