viernes, 2 de julio de 2010

¿Es el Estado del Bienestar más generoso que el Socialismo?

Tampoco en cuestión de Derecho Laboral fue la antigua URSS un paraíso. El punto de inflexión lo marcó el arranque del Primer Plan Quinquenal, en 1928. Stalin emprendió una campaña contra los obreros holgazanes y apáticos. Se hizo hincapié en que no se debía ni faltar al trabajo ni acudir bebido. Se promulgó toda una batería de leyes que se llevaron por delante lo promulgado tras la revolución. Se sustituyó a las cúpulas de los sindicatos y se les dio la orden de que "se volviesen de cara a la producción", colaborando en el propósito de que los trabajadores fueran más productivos, y recordándoles que su labor ya no era protegerlos ni negociar salarios - que serían fijados por el director de la fábrica junto con las comisiones que fijaban las tarifas - . 

Arno Dübel saltó a la fama recientemente. Tuvo el coraje de celebrar su aniversario como desempleado. Como suena. Desde 1974, es decir, durante 36 largos años, no había tenido oficio alguno; el Estado alemán le ingresaba una pequeña pensión mensual - 360 euros - que él consideraba suficiente, ya que también tenía pagada la vivienda. En total, el tal Arno ha consumido unos 300.000 euros del erario público. Al fin y al cabo, el propio Marx avisaba ya de que el Lumpenproletariat podría tener razones para perpetuar el sistema de clases, ya que utilizaba a la  burguesía y la nobleza para su supervivencia.

El Estado socialista alemán - la antigua RDA - se comportó de manera mucho más condescendiente con sus haraganes que la URSS. Ésta última instauró en 1938 el "libro laboral", en el que se anotaba cuidadosamente toda minucia de la vida laboral (falta de puntualidad, reprimenda del encargado, castigo recibido). El director de la fábrica estaba obligado, cada mañana, a enviar al fiscal un listado con el número exacto de minutos de retraso con que cada trabajador se había incorporado. El castigo, en un juicio que se celebraba ipso facto, era de hasta seis meses de "trabajo correccional". 

En la RDA, Honecker se mostró magnánimo, y cuando un trabajador daba problemas de conducta o incompetencia, se le reubicaba; eso sí: no existía subsidio de desempleo. El Estado ofrecía trabajo a todos y éste era obligatorio.  

Arno Dübel también trabajó una vez. Durante 5 semanas, que se le hicieron eternas, y cayó enfermo para los siguientes 36 años. Ahora, el Estado alemán, contrariado por su show y con la excusa de que ha colgado unas canciones en la red cobrando por ellas, le ha reducido drásticamente la paga. Papá Estado, a veces, también se enfada. 

Yo busco en el interior de una cantina típica alemana, en un rincón perdido de Renania - Weinhaus Bleidt - , que, según dice, lleva en pie desde 1570. Un rótulo, escrito con la bella y tradicional caligrafía gótica, dice Gott erhalt es, Dios la guarde. "¿Está Arno ahí?", pregunto, pero caigo en que ahora ya no le da el subsidio para tomárselas. No obstante, supongo, en caso de responder, diría que si es Honecker, se lo piensa; si es Stalin, no sale ni en broma.

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