domingo, 1 de mayo de 2011

Treblinka (y Olof Palme y poco más)

He contado ya que Treblinka fue un campo de exterminio sin paliativos del que no quedan actualmente ni las migajas. He contado también que el acceso es difícil. Dado que mi visita coincidió con obras que eran causa de cortes de carreteras, llega el momento fatídico en que el GPS pasó a ser de nula utilidad. En la zona, que forma parte de eso que podríamos llamar la Polonia profunda, nadie habla inglés (ni alemán), lo que dificulta aún más el trayecto. Un hombre, sucias ropas del trabajo en alguna obra o taller, intenta en vano explicarnos, mímica mediante, el trayecto alternativo. En extraño movimiento, sube al coche y comienza a dirigirnos. Ana y yo nos cruzamos extrañadas miradas: ¿va él a Treblinka?, ¿quiere dinero?, ¿será un psicópata? Llegado un punto, los miedos se disipan: el hombre se apea del coche, y entra en su casa, no sin antes explicarnos como puede que dos curvas más y la tenebrosa Treblinka se abrirá a nuestra mirada. Inusitado ejemplo de cordialidad la del polaco de sucias ropas.

De la visita a Treblinka recordará el visitante, antes que el inexistente campo, el inigualable entorno natural. Se trata, de hecho, de un parque nacional. Bosques y lagos y humedales; granjas a cargo de dorados trigales y ubérrimas vacas. Cigüeñas, avutardas, sapos. Tractores laborando en el pegujal. Idílico. Y en idílico paisaje se pierde uno, literalmente, tratando de regresar a Cracovia. Ningún lugar donde comer, ninguno donde beber; mas las urgencias del cuerpo parecen hostigar menos el ánimo del viajero cuando tal es el decorado que lo aloja.

Quizás apreciará más su visita al extinto campo si al viajero le viene a las mientes una curiosa anécdota con éste como protagonista. Como sabrá el viajero, Olof Palme, uno de los políticos icono de la socialdemocracia europea por haber  reforzado el modelo sueco - el más avanzado y eficiente Estado del Bienestar conocido - , era un defensor de todas aquellas causas (pseudo)socialistas setenteras y ochenteras, como los sandinistas nicaragüenses o las expropiaciones en el Chile de Allende o hasta la Cuba de Castro. El colmo de esta política exterior se alcanzó, y rebasó, cuando desfiló, vela en mano, con el embajador de Vietnam del Norte por las calles de Estocolmo en protesta por la guerra de Vietnam. 

Había aquí algo ya pestilente. Suecia se las daba de puertas adentro de neutral y Palme se erigía como abanderado del antiyanquismo socialista; no obstante, Suecia, que se mantenía al margen de la OTAN, había recibido de Washington la confirmación de que en caso de ataque soviético, serían defendidos, aunque sólo fuera por su situación geográfica entre dos aliados, como eran Finlandia y Noruega.

Más pestilente aún resultó el discurso del presidente emitido en la radio (por supuesto, estatal). En repulsa de los bombardeos de Hanoi, Palme lanzó una soflama donde los equiparaba a los sufridos por Guernica, Oradour, Katyn... o Treblinka

El entonces Secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, se mostró especialmente irritado: Kissinger es un judío alemán. Kissinger se vio, entonces, obligado a recordarle a Palme uno de esos datos tabú en Suecia: el en tantas cosas envidiable Estado del Bienestar sueco nació gracias a la negativa de Suecia a enfrentarse a los nazis y poder hacer negocio con ellos, vendiéndoles su acero  a precio de oro durante toda la guerra. Ningún socialdemócrata sueco había dicho nunca una palabra - recordó Kissinger - contra el genocidio nazi. (Suecia ya hacía caja vendiéndoles su acero a los germanos en la I Guerra).

Eso fue en el '68, años después, en el '84, Palme dio, tal día como hoy, un uno de enero, un discurso donde atacó, no digo yo que sin razón, la política de EE.UU. en Latinoamérica: el ataque ocupaba 51 líneas en los folios manuscritos de su discurso. A la reciente invasión soviética de Afganistán le dedicaba dos. Dos líneas donde compartían espacio la invasión afgana y el golpe de Estado de Polonia. 

Ay, Polonia, magna, hermosa, sufrida, heroica Polonia...

1 comentario:

  1. Estimado NSS.
    Los posicionamientos previos siempre le alejan a uno de la realidad. No se puede vivir en la ideología si se quiere hacerlo en lo real.
    Los sindicatos españoles saben mucho de esto. Su discurso pseudomarxista, de izquierdas.. ¡qué poco puede decir o hacer sobre la situacíón actual! La realidad siempre requiere adaptación, no consignas previas. Ya lo dijo Darwin: "sólo las especies que saben adaptarse, sobrevivirán". Pues bien, la ecuación que debe administrar la modernidad es realidad-ideología. Y aquí no vale la propiedad conmutativa. Todo lo demás...me refiero a que la ideología dicte nuestras actuaciones, es ...bla, bla,bla.
    Magnifico blog. Ya sabes que estimo tus ideas, y tu forma de expresarlas.
    Un saludo.

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