De la visita a Treblinka recordará el visitante, antes que el inexistente campo, el inigualable entorno natural. Se trata, de hecho, de un parque nacional. Bosques y lagos y humedales; granjas a cargo de dorados trigales y ubérrimas vacas. Cigüeñas, avutardas, sapos. Tractores laborando en el pegujal. Idílico. Y en idílico paisaje se pierde uno, literalmente, tratando de regresar a Cracovia. Ningún lugar donde comer, ninguno donde beber; mas las urgencias del cuerpo parecen hostigar menos el ánimo del viajero cuando tal es el decorado que lo aloja.
Había aquí algo ya pestilente. Suecia se las daba de puertas adentro de neutral y Palme se erigía como abanderado del antiyanquismo socialista; no obstante, Suecia, que se mantenía al margen de la OTAN, había recibido de Washington la confirmación de que en caso de ataque soviético, serían defendidos, aunque sólo fuera por su situación geográfica entre dos aliados, como eran Finlandia y Noruega.
Más pestilente aún resultó el discurso del presidente emitido en la radio (por supuesto, estatal). En repulsa de los bombardeos de Hanoi, Palme lanzó una soflama donde los equiparaba a los sufridos por Guernica, Oradour, Katyn... o Treblinka.
El entonces Secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, se mostró especialmente irritado: Kissinger es un judío alemán. Kissinger se vio, entonces, obligado a recordarle a Palme uno de esos datos tabú en Suecia: el en tantas cosas envidiable Estado del Bienestar sueco nació gracias a la negativa de Suecia a enfrentarse a los nazis y poder hacer negocio con ellos, vendiéndoles su acero a precio de oro durante toda la guerra. Ningún socialdemócrata sueco había dicho nunca una palabra - recordó Kissinger - contra el genocidio nazi. (Suecia ya hacía caja vendiéndoles su acero a los germanos en la I Guerra).
Eso fue en el '68, años después, en el '84, Palme dio, tal día como hoy, un uno de enero, un discurso donde atacó, no digo yo que sin razón, la política de EE.UU. en Latinoamérica: el ataque ocupaba 51 líneas en los folios manuscritos de su discurso. A la reciente invasión soviética de Afganistán le dedicaba dos. Dos líneas donde compartían espacio la invasión afgana y el golpe de Estado de Polonia.
Ay, Polonia, magna, hermosa, sufrida, heroica Polonia...
Estimado NSS.
ResponderEliminarLos posicionamientos previos siempre le alejan a uno de la realidad. No se puede vivir en la ideología si se quiere hacerlo en lo real.
Los sindicatos españoles saben mucho de esto. Su discurso pseudomarxista, de izquierdas.. ¡qué poco puede decir o hacer sobre la situacíón actual! La realidad siempre requiere adaptación, no consignas previas. Ya lo dijo Darwin: "sólo las especies que saben adaptarse, sobrevivirán". Pues bien, la ecuación que debe administrar la modernidad es realidad-ideología. Y aquí no vale la propiedad conmutativa. Todo lo demás...me refiero a que la ideología dicte nuestras actuaciones, es ...bla, bla,bla.
Magnifico blog. Ya sabes que estimo tus ideas, y tu forma de expresarlas.
Un saludo.