Lo que a espaldas de Ana se yergue, a la ribera del Támesis, es la Torre de Londres. Fue allí que Tomás Moro fue encarcelado por no transigir, ya ven ustedes, con el divorcio del rey del país, Enrique VIII. Tomás permitió que lo decapitaran antes de firmar un Acta que, a sus ojos, no constitutía un mero divorcio, sino la traición a los valores que vertebraban su moral.
Saben los filósofos que el ser humano es la única criatura capaz de tomar decisiones contraevolutivas. El paradigma de este tipo de decisiones lo son el no tener hijos y el suicidio. Dos caras de la misma moneda: la cesación de existir, la anulación misteriosa de la voluntad de eternidad y perpetuación. Aquellos que se autocondenan al celibato y aquellos que, movidos por cualesquiera razones, se inmolan constituyen el gran misterio evolutivo: curas, monjas y suicidas conforman una especie aparte, una especie de humanos que, acometiendo una revolución antidarwiniana, han penetrado en un estadio superior (o inferior) de humanidad y conciencia.
¿Cómo explicar la acción de Tomás Moro bajo un patrón de racionalidad evolutiva? ¿Ofrecer la libertad y, finalmente, la vida por no firmar un decretillo? ¿Cómo comprender a los kamikazes japoneses que, superando el despotismo darwiniano, se arrojaban sobre los barcos yanquis en una guerra cuyo desenlance ya nunca conocerían?
Me han invadido estas reflexiones sobre la irracionalidad al tener noticia de los resultados del último informe PISA, ése que evalúa los conocimientos de los alumnos de 15 años de diversos países. España continúa, como es habitual, en niveles deplorables. Lo que antaño se llamaba Enseñanza Media se halla en España, actualmente, en estado de siniestro total. El defensor del pueblo ha dicho que en el 45% de centros se insulta habitualmente al profesorado e incluso en aquellos donde ello no sucede, el profesor invierte un tercio de la clase, simplemente, en mandar callar.Todo dicho.
La Enseñanza Media es la joya de la corona de todo sistema educativo. Cuando acaba una etapa de enseñanza básica, allá por los 13 ó 14 frescos años, comienzan los años en los que se forja realmente lo que será la columna vertebral de la cultura y capacidades del individuo. Sin esa columna, no habrá manera de desarrollar posteriormente una especialización adecuada - la que ofrece la Educación Superior - . Dicha columna vertebral es lo que se suele denominar Bachillerato. Los socialistas, con el aplauso de los sindicatos afines, impusieron y mantienen en España un Bachillerato ridículo - el más corto de Europa junto con la colega Suecia - , por lo breve y por lo deslavazado. Impusieron, también, la famosa comprensividad, es decir, socialismo discente: todos los alumnos recibirán una enseñanza obligatoria e idéntica hasta los 16 años y las calificaciones, además, no tendrán repercusión alguna en el futuro a ningún efecto; ya se sabe: cada uno, lo que pueda, a cada uno, lo que precise. Sobre la motivación para el esfuerzo en este marco marxista, ya he hablado lo mío.
La Enseñanza Media ha experimentado una decadencia manifiesta en toda Europa desde los años '60, y España es el caso límite. La llamada reforma de Bolonia supone, a mi entender, la constatación de este hecho dramático. Es decir, la necesidad de que la Facultad haga el trabajo que el Bachillerato ya no es capaz de desarrollar. Y el Bachillerato debe y puede volver a ser el que era. No se precisa, en realidad, invertir un céntimo más; basta una ley racional. Y es que se habla mucho de la inversión en educación y parece que se olvida el para qué: ¿para contratar profesores de qué? ¿Para comprar material que mejora la enseñanza cómo? Con el sistema actual español, a mí me pasa, más bien, que me pregunto, como hace años leí a Rodríguez Adrados, ¿tan colosal gasto público para esta guardería nacional?
Los medios de izquierdas, si se han paseado ustedes por ellos, hacen hincapié en que el informe PISA ubica el sistema educativo español como el number one en equidad. Un presidente sudamericano, cuando le preguntaron si emprendería políticas socialistas en su pobre país, replicó: ¿y qué socializo, la miseria?
Estimado NSS:
ResponderEliminarBuen artículo. La prosa, como siempre, enseñoreando tu pensamiento.
El otro día oí que nuestra primera Universidad ocupaba el puesto nº 149 en el escalafón mundial. Después una pregunta capciosa:"¿Qué pasaría si la selección española de fútbol ocupara esa posición en la clasificación FIFA? Mi respuesta es que, posiblemente, habría una revolución como aquellas del 68. Por el puesto de la Universidad no merece la pena preocuparse.
Un saludo